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Muchos deportistas, confiados por el clima, olvidan incluir el protector solar en su rutina antes de entrenar. Sin embargo, la exposición al sol continúa siendo un riesgo silencioso que puede afectar la salud cutánea incluso en los meses más frescos.
Hacer deporte al aire libre y las consecuencias de no usar protector solar
Las temperaturas bajan, los días son más frescos y el sol se percibe menos agresivo. Es el momento ideal para correr, hacer senderismo, montar en bicicleta o entrenar en parques y caminos. Sin embargo, este clima lleva a muchos deportistas a bajar la guardia frente al protector solar. A pesar de la sensación de menor intensidad, los rayos ultravioleta siguen presentes y continúan dañando la piel si no se toman las precauciones adecuadas.
Diversos estudios han mostrado que casi la mitad de los corredores olvidan aplicarse protector solar antes de entrenar. Esta falta de hábito no solo aumenta el riesgo de quemaduras, sino que también acelera el envejecimiento cutáneo y eleva la probabilidad de sufrir daños a largo plazo. El sol no entiende de estaciones, y la exposición acumulativa es la principal causa de manchas y lesiones en la piel.
Errores frecuentes en la protección cutánea
Uno de los fallos más comunes entre los deportistas es no elegir un protector solar de amplio espectro. Este tipo de productos debe proteger tanto de los rayos UVA como de los UVB, responsables del daño celular y de las quemaduras.
Además, se recomienda optar por fórmulas ligeras, resistentes al sudor y adecuadas para pieles sensibles, ya que permiten mantener el confort durante el ejercicio sin obstruir los poros.
Otro error habitual es aplicar poca cantidad. La mayoría de las personas usa menos de la mitad de lo necesario, lo que reduce drásticamente la eficacia del protector solar. Para lograr una defensa efectiva, es fundamental cubrir todas las zonas expuestas y reaplicar cada dos horas o después de sudar intensamente. Las orejas, la nuca, las manos o los empeines son áreas que suelen olvidarse, pero están igual de expuestas y requieren el mismo nivel de cuidado.
Accesorios y rutinas complementarias
La fotoprotección no se limita al uso de cremas. Los accesorios adecuados también juegan un papel esencial. Gorras, viseras, gafas con filtro UV y prendas técnicas con tejidos que bloquean la radiación ayudan a reforzar la defensa ultravioleta. Incorporar estas medidas sencillas puede marcar la diferencia entre una piel sana y una dañada por el sol.
Por último, la rutina de cuidado posterior al entrenamiento es tan importante como la prevención. Después de la exposición, la piel necesita recuperar hidratación y reparar posibles daños. Aplicar un after sun o una loción calmante con ingredientes como aloe vera o centella asiática ayuda a reducir el enrojecimiento y a mantener la barrera cutánea equilibrada.
Aunque el sol parezca menos intenso en algunos meses, sus efectos siguen siendo acumulativos. Por ello, el protector solar debe formar parte del equipamiento básico de todo deportista, al mismo nivel que las zapatillas o la botella de agua. Proteger la piel durante el ejercicio no solo previene quemaduras, sino que garantiza una práctica más saludable y segura durante todo el año.
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