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Cómo hacer una rampa accesible de forma correcta: guía de normativa y medidas

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07/10/2025 - 08:58
Señalización de una rampa accesible

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Una rampa es, quizás, el símbolo más universal de la accesibilidad. Su presencia o ausencia determina si un espacio es inclusivo o si, por el contrario, levanta un muro invisible para miles de personas. Sin embargo, en el afán por eliminar barreras, a menudo se comete un error fundamental: pensar que una rampa es simplemente un plano inclinado. Nada más lejos de la realidad. Una rampa mal diseñada, con una pendiente excesiva, sin descansillos o con un firme deslizante, no es una solución; es una barrera aún más peligrosa.

Construir una rampa accesible de forma correcta no es una cuestión de opinión, sino de técnica y normativa. En España, el Código Técnico de la Edificación (CTE) y las diferentes ordenanzas municipales establecen unos parámetros muy claros para garantizar que estas estructuras sean seguras, cómodas y funcionales para todas las personas, no solo para quienes usan una silla de ruedas, sino también para personas mayores, padres con carritos de bebé o cualquiera con una movilidad reducida temporal. A continuación, desglosamos las claves que debes conocer.

La pendiente de una rampa accesible: el factor más crítico

La inclinación o pendiente de una rampa es el elemento más importante y el que más se incumple. Una pendiente excesiva convierte la subida en un esfuerzo titánico y la bajada en un peligro incontrolable. La normativa para lograr una rampa accesible establece la pendiente máxima en función de la longitud del tramo:

  • Para tramos de hasta 3 metros: La pendiente máxima permitida es del 10 %.
  • Para tramos de hasta 10 metros: La pendiente máxima se reduce al 8 %.
  • Para el resto de casos (tramos más largos): La pendiente ideal y recomendada es del 6 %.

¿Qué significa esto en la práctica? Una pendiente del 10 % significa que por cada 10 metros que avanzas en horizontal, subes 1 metro en vertical. Una del 6 %, que por cada 10 metros, subes solo 60 centímetros. Cuanto menor sea la pendiente, más cómoda y segura será la rampa.

Tramos y descansillos, el derecho al respiro

Nadie puede subir una pendiente infinita sin descansar. Por ello, la ley limita la longitud de los tramos de rampa accesible y obliga a intercalar descansillos o mesetas.

  • Longitud máxima de un tramo: Un tramo de rampa accesible no puede tener una longitud superior a 9 metros.
  • Descansillos obligatorios: Cada 9 metros (o menos), es obligatorio instalar un descansillo horizontal. Estos deben tener una longitud mínima de 1,50 metros y permitir la inscripción de un círculo de 1,50 metros de diámetro, espacio suficiente para que una persona en silla de ruedas pueda maniobrar y girar con seguridad. También debe haber descansillos al principio y al final de la rampa.

Anchura y bordes

El ancho de la rampa accesible debe permitir el paso cómodo y sin estrecheces.

  • Anchura mínima libre: El ancho útil de la rampa debe ser de, al menos, 1,20 metros.
  • Bordes de protección (zócalos): Es un elemento de seguridad fundamental que a menudo se olvida. A ambos lados de la rampa debe existir un zócalo o bordillo de al menos 10 centímetros de altura. Su función es actuar como un tope para evitar que las ruedas de una silla de ruedas, un carrito o el bastón de una persona ciega puedan salirse accidentalmente del recorrido.

El pasamanos, un apoyo indispensable

El pasamanos no es un elemento decorativo, es un apoyo crucial para muchas personas que caminan con dificultad.

  • Obligatoriedad: Todas las rampas que salvan una altura superior a 20 centímetros deben tener un pasamanos continuo en, al menos, uno de sus lados. Si la rampa es muy ancha (más de 3 metros), debe tener uno en el centro.
  • Doble altura: Se recomienda siempre un pasamanos a doble altura. Uno situado entre 90 y 110 centímetros del suelo para los adultos, y otro más bajo, entre 65 y 75 centímetros, para los niños y las personas de baja estatura.
  • Continuidad y prolongación: El pasamanos debe ser fácil de agarrar, sin interrupciones, y debe prolongarse 30 centímetros más allá del inicio y el final de la rampa, para ofrecer un punto de apoyo estable antes de empezar a subir o al terminar de bajar.

La importancia de una superficie antideslizante

De nada sirve una rampa con una pendiente perfecta si su superficie resbala. El material del suelo debe ser duro, liso (sin resaltos ni baches) y, sobre todo, antideslizlizante, tanto en seco como en mojado. Se deben evitar materiales pulidos o baldosas que puedan volverse peligrosas con la lluvia.

En definitiva, una rampa accesible bien hecha es una obra de ingeniería al servicio de la inclusión. Cumplir con estas directrices no es un capricho burocrático, sino la única forma de garantizar que lo que construimos sea una verdadera solución y no un nuevo problema.

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