El retroceso global de los derechos LGTBIQ+

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04/07/2025 - 18:00
Protestas contra la fobia al colectivo LGTBIQ+

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Los derechos del colectivo LGTBIQ+ están retrocediendo en muchas partes del mundo, y este retroceso es una señal de alerta sobre el deterioro de los derechos humanos en general. Así lo advierte Cristian González Cabrera, investigador de Human Rights Watch (HRW), quien afirma que este fenómeno se está viendo no solo en países con regímenes autoritarios, sino también en democracias como Estados Unidos, Hungría o varios países de América Latina.

En muchos lugares, los discursos de odio y la discriminación ya no provienen únicamente de grupos marginales, sino que están siendo promovidos por los propios gobiernos. Según Beatriz Martos, de Amnistía Internacional España, algunos países están incluso modificando sus constituciones para evitar que se pueda avanzar en la protección legal de las personas LGTBIQ+ en el futuro.

Hungría y Rusia: epicentros de la represión contra el colectivo LGTBIQ+

Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, es uno de los ejemplos más alarmantes. Desde 2020, ha impulsado leyes y políticas que censuran contenidos LGTBIQ+, prohíben la manifestación del Orgullo y permiten el uso de tecnologías para identificar a quienes participen en actos públicos de reivindicación. Orbán justifica estas medidas alegando que las manifestaciones “pervierten a la infancia”, pero organizaciones de derechos humanos ven en estas acciones una clara forma de censura y represión.

En Rusia, la situación es aún más extrema. Cualquier expresión pública de identidad LGTBIQ+, como ondear una bandera arcoíris, puede llevar a la cárcel. Esto ha obligado a muchas personas a exiliarse o esconder su identidad. Países como Georgia, Polonia, Bulgaria y Eslovaquia están adoptando políticas similares, en lo que se describe como un “efecto contagio” autoritario, especialmente en Europa del Este.

En estos países se están viendo leyes que impiden el reconocimiento de las personas trans, prohíben la educación sexual inclusiva, y declaran zonas “libres de personas LGTBIQ+”, reforzando un clima de odio institucionalizado.

En Europa Occidental también hay señales preocupantes. El Tribunal Supremo del Reino Unido, por ejemplo, ha limitado el reconocimiento legal de género, aumentando el riesgo de violencia y discriminación. En Estados Unidos, los ataques contra personas trans han crecido, tanto a nivel simbólico como físico, con asesinatos documentados cada año. Esto se debe en parte al legado de políticas de Donald Trump, que negaban a las personas trans el reconocimiento de su identidad en documentos oficiales, con graves consecuencias en áreas como la salud o la educación.

En Argentina, la retórica del presidente Javier Milei también ha alimentado discursos de odio, como ocurrió en un caso de violencia lesbófoba en Buenos Aires, que activistas atribuyen directamente al discurso político oficial.

España y Grecia: excepciones positivas en Europa

A pesar de este panorama, hay algunos países que siguen avanzando por y para el colectivo LGTBIQ+. Grecia aprobó recientemente el matrimonio igualitario, y España cuenta con una de las leyes más completas en Europa para proteger los derechos del colectivo, conocida como “ley trans”. Sin embargo, incluso en España hay retrocesos a nivel regional.

Asturias y Castilla y León aún no han aprobado leyes autonómicas específicas, y en la Comunidad Valenciana se han abierto puertas a prácticas como las pseudoterapias de conversión, consideradas tortura por Amnistía Internacional.

La importancia de los movimientos sociales y la presión ciudadana

El informe deja claro que los derechos LGTBIQ+ no son permanentes ni están garantizados: son conquistas sociales que deben defenderse activamente.

La presión social y la movilización ciudadana siguen siendo herramientas esenciales para proteger estos derechos y evitar que sean utilizados como moneda política.

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