La salud mental es la gran olvidada en la Sanidad Pública

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14/08/2021 - 08:30
Infografía de una bombilla con un cerebro simulando la salud mental

Lectura fácil

En poco más de un año, ha cambiado la forma de socializar y las dinámicas de vida,. Todo esto y mucho más ha colapsado los sistemas de salud y ha puesto contra las cuerdas la economía mundial. Pero esto es solo el principio.

La resaca del coronavirus está volviendo a vaciar los bolsillos de la calle y ya afloran los graves problemas de salud mental tras un año de dolor e incertidumbre que ya asoma en las consultas de psiquiatría. Los expertos alertan de que faltan recursos y manos para atender el tsunami de trastornos mentales que se le viene encima a la Sanidad Pública.

En muchos países europeos la cobertura psicológica es inadecuada o inexistente. En España, las largas listas de espera empujan a los pacientes al sistema privado (si lo pueden pagar).

España, de media, 5 de cada 100 personas están diagnosticadas de depresión, la misma cifra que personas con trastornos de ansiedad

Cuando la covid colapsó los hospitales, en aquel convulso marzo de 2020, la atención a la salud mental de medio mundo se paró en seco.

Una encuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 130 países constató que el 60 % sufrió interrupciones en los servicios de psicoterapia para personas vulnerables y, además, un tercio de los Estados reportó también un freno en el acceso a tratamientos psiquiátricos y en intervenciones de emergencia, como síndromes de abstinencia.

Las personas con trastornos de salud mental los sufren en silencio. La gente no reconoce que esto es una crisis, pero ha sido una crisis antes de la covid y lo es mucho más tras la covid”.

Un estudio canadiense publicado en la revista Psychiatry Research reveló, tras analizar datos de 55 estudios internacionales entre enero y mayo de 2020, que la prevalencia del trastorno por estrés postraumático alcanzó el 22 %, la de la ansiedad llegó al 15 % y la de la depresión se situó en el 16 %. Esto es, estas patologías fueron, respectivamente, cinco, cuatro y tres veces más frecuentes de lo que suele reportar la OMS.

No todas las personas que necesitan tratamiento lo reciben, ni son diagnosticadas

Con la atención primaria (la puerta de entrada a la Sanidad Pública) completamente desbordada, y los hospitales volcados en la atención a la covid, el acceso al circuito sanitario se ha complicado para los trastornos mentales. En la práctica, el que tiene posibilidades recurre a la sanidad privada, y el que no, se aguanta.

La pandemia ha sido la chispa que ha prendido la mecha de mala salud mental, pero el camino ya venía abonado desde hace años. Según la OMS, a pesar del auge de los trastornos mentales en todo el mundo, la media mundial de inversión en este ámbito es del 2 % del gasto en Sanidad Pública.

Según Eurostat, los costes en salud mental en la Unión Europea suponen el 4 % del PIB, esto es, 600.000 millones de euros. Hay una brecha entre países pobres y ricos, pero incluso entre los de renta alta hay diferencias. Hoy España dedica apenas el 4 % de la inversión a paliar estos trastornos, mientras que la media de la UE es del 5,5 % y hay países que llegan al 10 %.

Necesitamos mejorar el acceso a los servicios de salud mental y tener tratamientos innovadores

En España mueren más de 3.600 personas al año por suicidio (7 por cada 100.000), pero aún no hay un plan de prevención estatal. Los expertos buscan también el espejo de Países Bajos, con una fuerte red comunitaria y vinculación con la atención primaria; o el Reino Unido, donde disponen, por ejemplo, de potentes unidades de primeros episodios psicóticos. Todos los países con programas de éxito, tienen algo en común: invierten más en salud mental.

El Gobierno está actualizando la estrategia de salud mental. Unidas Podemos va a presentar una propuesta de ley general en el Congreso que se encuentra ahora en debate con la sociedad civil y los partidos. El borrador de la norma contempla que haya 18 psiquiatras por cada 100.000 habitantes y un protocolo de prevención del suicidio.

Quedan muchas tareas pendientes, pero el desafío de la salud mental es inaplazable. El mayor error es ignorarla. Y el coste de hacer eso es muy alto.

Si todos estos problemas no se tratan a tiempo y de forma adecuada, acaban generando una discapacidad. Es muy importante hablar de suicidios, depresión, estrés o ansiedad. Quitar la palabra tabú. Del estigma se deriva la idea de que los trastornos mentales sean cosas infantiles o relacionadas con el loco que oye voces, y en realidad eso nos confunde y no visibiliza los problemas mayoritarios.

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