Sexilio LGTBI+ en España: una de cada tres personas ha tenido que abandonar su hogar por ser quien es

Una de cada tres personas LGTBI en España ha tenido que abandonar su hogar o ha considerado seriamente hacerlo únicamente por ser quienes son. Esta es la principal conclusión del informe Estado del Odio LGTBI+, elaborado conjuntamente por la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTB) y la Universidad de Salamanca, presentado este lunes. El estudio profundiza por primera vez en un fenómeno poco conocido pero persistente: el sexilio, que se define como la huida forzada del lugar de residencia debido al rechazo, la discriminación o la violencia por motivos de orientación sexual o identidad de género.

“Este fenómeno no pertenece al pasado; el sexilio sigue ocurriendo hoy, de manera constante y en distintos contextos”, subraya el informe. La investigación se basa en 800 entrevistas realizadas por la consultora 40DB, que permiten trazar un retrato detallado de esta realidad. Según los datos, un 13 % de los encuestados ha tenido que abandonar su hogar, mientras que otro 21,5% ha pensado en hacerlo en algún momento de su vida. En conjunto, el 34,5 % de personas LGTBI ha vivido o considerado el sexilio como única salida ante el rechazo social.

Factores que impulsan el sexilio

El informe identifica varios factores que se combinan y que finalmente llevan a muchas personas a tomar la decisión de irse. Entre ellos destacan la falta de entornos seguros, el miedo constante, la violencia directa y la persistencia de discursos de odio. “Lejos de ser una opción voluntaria, esta huida constituye una expulsión forzada que se produce de manera silenciosa y sistemática en numerosos lugares del país”, advierte el estudio.

Contrario a la idea común de que el sexilio se limita al traslado del campo a las grandes ciudades, los resultados muestran que casi la mitad de quienes se han desplazado provienen de grandes ciudades (43,4 %). Además, el 26,9 % se ha visto obligado a emigrar desde otros países debido al rechazo por su identidad o sexualidad. Solo el 16% procede de ciudades medianas y el 13,5 % de zonas rurales.

En cuanto al destino, las grandes ciudades siguen siendo el refugio preferido: el 31,7 % eligió una capital de comunidad autónoma, mientras que el 22,1% optó por una ciudad grande pero no capital, y el 14,4 % se trasladó a ciudades de menor tamaño.

El informe también analiza el perfil de quienes se ven forzados a exiliarse. El 52 % son hombres, y se detecta una sobrerrepresentación de personas trans y racializadas, lo que refleja la mayor vulnerabilidad de estos grupos. Aun así, los autores recomiendan cautela al interpretar estos datos, debido al tamaño reducido de algunas submuestras, aunque permiten comprender cómo el sexilio se entrelaza con otros ejes de desigualdad.

Violencia, soledad y discriminación: motivos para irse

Entre las principales razones que impulsan a las personas LGTBI a abandonar su hogar se encuentra el deseo de vivir sin ocultarse, mencionado por el 41% de los encuestados. Otros factores incluyen la discriminación en el entorno cercano (26%), la violencia (25 %), la soledad (19 %) y la falta de oportunidades de emancipación (14 %).

No obstante, la investigación subraya que el desplazamiento no garantiza necesariamente una vida mejor. Entre quienes han experimentado el sexilio, el 17,3 % ha vivido en situación de calle, frente al 5,5% de la población LGTBI general. En términos de salud mental, los indicadores muestran un impacto notable: el 11,5 % vive con miedo constante y el 8,7 % padece depresión continua, cifras significativamente superiores al 2,3 % y 3,4 % de quienes no se han exiliado.

Derechos humanos y reconocimiento

“ No es una elección, es una expulsión silenciosa que sigue operando en nuestro país. Miles de personas han tenido que dejar atrás su hogar para poder vivir sin esconderse. Hablamos de derechos humanos que deberían estar garantizados en cualquier rincón de España”, concluye Jesús A. Muñoz, miembro de la Comisión Ejecutiva de la FELGTB.

El informe pone de relieve que el sexilio LGTBI+ no es un fenómeno aislado ni del pasado, sino una realidad persistente que requiere atención y políticas públicas eficaces. Garantizar entornos seguros y libres de discriminación es clave para que nadie tenga que abandonar su hogar por el simple hecho de ser quien es.