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Con la llegada de septiembre, los pasillos de colegios e institutos se llenan de estudiantes. Para los alumnos con autismo, la vuelta al cole puede ser un desafío mayor: los cambios en las rutinas y la incertidumbre generan ansiedad. La clave para un regreso positivo está en la anticipación, las rutinas estructuradas y la colaboración entre familias y centros educativos.
La vuelta al cole: un reto especial para los alumnos con autismo
Con la llegada de septiembre, los colegios e institutos comienzan a prepararse para recibir a miles de estudiantes. Para la mayoría, regresar a clase supone retomar hábitos y reencontrarse con amigos.
Sin embargo, para los alumnos con autismo, este cambio puede generar ansiedad y preocupación, debido a la interrupción de sus rutinas habituales y la incertidumbre que acompaña al inicio del curso.
Luis Pérez de la Maza, psicopedagogo y director técnico de la Fundación Aucavi, explica que la clave para una vuelta al cole más positiva está en la anticipación y en la colaboración entre familias y centros educativos. “El regreso a clase no debe hacerse a ciegas. La información previa es esencial para que los alumnos se sientan seguros y confiados”, señala.
Los alumnos con autismo experimentan la ruptura de sus rutinas de manera intensa. Cambios en los horarios, nuevas dinámicas familiares o el fin de las actividades veraniegas pueden provocar un aumento significativo de la ansiedad. Esta situación es más intensa que en otros estudiantes, ya que se suma la dificultad para comprender el contexto y manejar la incertidumbre.
Pérez de la Maza recomienda que los padres dispongan de información sobre tutores, aulas y compañeros con suficiente antelación. Esta previsión permite preparar al alumno con apoyos visuales, agendas o esquemas que faciliten su comprensión del día a día y le den seguridad.
Anticipación y apoyos visuales
La anticipación visual es fundamental para los alumnos con autismo. Con horarios claros y rutinas estructuradas, se reduce la ansiedad y se mejora la adaptación al entorno escolar. Incluso cambios pequeños, como el uso de uniforme o de ropa deportiva en determinados días, pueden ser un desencadenante de estrés si no se explican antes.
El uso de imágenes, pictogramas y textos accesibles permite que el alumno consulte la información tantas veces como necesite, de manera similar a como cualquier persona revisa su agenda antes de una cita importante. Estas herramientas refuerzan la autonomía y la confianza del estudiante.
El papel de las familias y los docentes
La colaboración entre familias y profesores es esencial. Los docentes deben contar con información actualizada sobre los alumnos, incluyendo detalles de cursos anteriores y conocimientos aportados por la familia. Cuanto más sepan sobre las necesidades y preferencias de los alumnos con autismo, más efectiva será su intervención y más positivo será el inicio del curso.
La comunicación debe ser abierta y libre de prejuicios. Detalles que pueden parecer irrelevantes para algunos, a veces resultan esenciales para el bienestar de los alumnos. Por eso, compartir esta información con antelación no es un privilegio, sino una necesidad para garantizar la inclusión.
Con un enfoque colaborativo y una atención cuidadosa a sus necesidades, el regreso a clase puede ser una experiencia positiva, segura y enriquecedora para los alumnos con autismo, promoviendo su bienestar y aprendizaje desde el primer día.
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