El Parque Nacional de Doñana, clave para entender cómo nacen los fósiles en el clima mediterráneo

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07/12/2025 - 11:30
Fémur de ciervo sometido a una medición de meteorización de 6 años

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El Parque Nacional de Doñana no solo es un santuario de biodiversidad, sino también un espacio excepcional para explorar los secretos de la fosilización. Así lo confirma un trabajo reciente de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), cuyos resultados se publicaron en la revista científica PLOS ONE. La investigación, desarrollada durante casi seis años, convierte a este emblemático entorno andaluz en una referencia internacional para comprender cómo los huesos se transforman en fósiles en climas mediterráneos.

Una investigación pionera en un entorno único

Bajo la dirección de la profesora M. Soledad Domingo y del investigador predoctoral Marcos Pizarro-Monzo, el equipo de la UCM estudió con detalle el proceso por el cual los restos esqueléticos de vertebrados comienzan a deteriorarse y, eventualmente, a fosilizarse. La clave del trabajo está en la meteorización ósea, es decir, el conjunto de cambios físicos y químicos que afectan a los huesos expuestos en la superficie antes de quedar enterrados.

Hasta la fecha, la escala de meteorización más utilizada por la comunidad científica era la desarrollada en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia. Sin embargo, ese modelo responde a un clima tropical semiárido, muy distinto al mediterráneo. Los investigadores españoles consideraron necesario adaptar dicha escala para poder interpretar correctamente los yacimientos fósiles de la cuenca mediterránea, una región particularmente rica en hallazgos paleontológicos.

En 2018, el equipo depositó restos esqueléticos pertenecientes a cuatro especies emblemáticas de Doñana: ciervo (Cervus elaphus), gamo (Dama dama), jabalí (Sus scrofa) y caballo (Equus ferus). Los huesos se colocaron directamente sobre el suelo dentro de un área controlada del parque, con el fin de registrar su evolución bajo condiciones naturales pero seguras.

Durante casi seis años, los científicos visitaron periódicamente el recinto para documentar los cambios visibles en los huesos y medir variables ambientales como temperatura, humedad, cantidad de precipitación y niveles de radiación solar. Este seguimiento prolongado permitió observar cómo la exposición al sol, la especie de origen o el tamaño del animal influyen en el ritmo de deterioro.

Marcos Pizarro-Monzo explicó que los huesos de animales de mayor tamaño, como el caballo, muestran un ritmo de alteración más lento que los de especies más pequeñas. Asimismo, las partes de los huesos que quedan protegidas de la radiación solar experimentan un deterioro mínimo, en contraste con las zonas totalmente expuestas. Los resultados demuestran que la meteorización en climas mediterráneos se desarrolla a un ritmo intermedio entre el observado en sabanas tropicales y el de regiones templadas.

La relevancia del clima mediterráneo

El clima de Doñana, con inviernos suaves y veranos cálidos y secos, juega un papel esencial en la descomposición y preservación de los restos óseos. Por ello, la calibración local de los procesos de meteorización representa un avance de gran importancia tanto para la paleontología como para la arqueología. Según la profesora Domingo, conocer los mecanismos de degradación en este tipo de entorno ayuda a interpretar con mayor precisión los yacimientos fósiles y los contextos arqueológicos del sur de Europa y el norte de África.

Además, el carácter protegido del Parque Nacional de Doñana —con acceso restringido y un ecosistema relativamente estable— permite la realización de experimentos controlados a largo plazo, algo muy poco habitual en otras regiones. Esta combinación de control ambiental y diversidad ecológica convierte al parque en un “laboratorio natural excepcional”, como señala la propia investigadora.

Aplicaciones más allá de la paleontología

Aunque el estudio se centra en la formación de fósiles, sus aplicaciones trascienden el ámbito paleontológico. La calibración de la meteorización ósea también puede aportar herramientas valiosas en la ciencia forense, especialmente para estimar el tiempo que unos restos humanos o animales permanecen expuestos antes de ser enterrados o cubiertos. Esta información es crucial en investigaciones criminales o en casos de identificación de víctimas en entornos naturales.

El proyecto recibió el nombre de LiveDeadFossil, un programa tafonómico de gran escala desarrollado en colaboración con varias instituciones científicas: la Estación Biológica de Doñana (CSIC), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes), la Universidad de Alcalá y la Universidad de California Santa Cruz.

Los resultados del trabajo ofrecen una referencia fundamental para interpretar los procesos tafonómicos (la serie de transformaciones que sufren los restos orgánicos desde la muerte del organismo hasta su fosilización). En otras palabras, ayudan a entender mejor cómo las condiciones ambientales determinan si un hueso se conserva, se destruye o termina convertido en fósiles.

El estudio, además, permite realizar extrapolaciones ecológicas. El seguimiento de los restos actuales proporciona información útil sobre las especies que habitan Doñana, sus hábitos de alimentación, los lugares donde tienden a morir y los patrones de ocupación del territorio. Este enfoque integrador convierte la tafonomía no solo en una herramienta del pasado, sino también en un instrumento para estudiar el presente y planificar la conservación futura.

Un puente entre el pasado y el futuro

La investigación desarrollada en Doñana marca un antes y un después en la comprensión de los procesos de fosilización en ambientes mediterráneos. Aporta nuevas claves para reconstruir la historia de los ecosistemas antiguos y al mismo tiempo mejora las metodologías para proteger los actuales. Como subraya el equipo de la UCM, este tipo de estudios demuestra que los fósiles no solo cuentan historias del pasado, sino que también ofrecen lecciones vitales sobre cómo la naturaleza registra, transforma y preserva su propia memoria.

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