Así se interrelacionan nuestras emociones con nuestra forma de alimentarnos

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13/04/2023 - 15:55
Nuestras emociones

Lectura fácil

A pesar de que no paramos de escuchar hablar de ellas, todavía nos queda mucho por aprender sobre cómo hacerles frente para reequilibrar nuestras emociones Estamos hablando de trastornos como la ansiedad o la depresión, cuyos casos han aumentado en España y en el mundo, que pueden tener sus orígenes en componentes genéticos, provenir de un estrés prolongado o incluso del consumo de drogas donde también se incluye el alcohol.

Según datos del Ministerio de Sanidad, un 6,7 % de los españoles ya presenta trastornos de ansiedad y otro 4,1 % de depresión. No existe un factor determinante y por tanto es de vital importancia identificar algunos síntomas para acudir cuanto antes a un especialista. Algunos de estos síntomas pueden llegar a camuflarse muy bien, tanto que los lleguemos a confundir con malos hábitos o cuestiones similares, como por ejemplo nuestra relación con la comida.

Las emociones controlan nuestra alimentación

Las emociones pueden afectar en la alimentación mediante una tendencia a consumir comidas para satisfacer o regular nuestro estado emocional. Sobre todo las que tienen que ver con el estrés, la tristeza, la ansiedad o incluso el aburrimiento, que puede llegar a producir un deseo de evasión en el cuerpo, que en muchas ocasiones se traduce en el deseo de alimentos reconfortantes y placenteros como dulces o carbohidratos.

Esto se debe a que, tanto los alimentos como las emociones, tienen una intervención directa con respecto a la forma en la que se regula el cortisol y la serotonina en nuestro cuerpo, los dos principales químicos cerebrales encargados de regularnos. Se trata de un camino de ida y vuelta en el que si no nos nutrimos adecuadamente sufriremos estrés y ese estrés nos llevará a consumir alimentos en muchas ocasiones más placenteros que nutritivos, y vuelta a empezar.

Precisamente por esta estrecha relación, los trastornos alimenticios se consideran como problemas de salud mental. La bulimia, la anorexia y el trastorno por atracón hunden sus raíces en la ansiedad o la depresión. De las tres, la más difícil de diagnosticar es la tercera, ya que durante mucho tiempo ha sido entendida como "un mal hábito" o personas que simplemente cogen peso porque no se cuidan. Sin embargo, la ansiedad ha generado una dependencia y un estado vicioso a la comida para esconderse.

Corregir hábitos nos ayudará a regularnos emocionalmente

Aunque los hábitos no lo son todo, sí que son un buen punto de partida para empezar a regular nuestras emociones, sin dejar de lado el trabajo terapéutico con un profesional. Ana Montes, Directora Clínica de Salud Feroz, ha compartido con nosotros algunos consejos para que podamos mejorar nuestra relación con la comida y que esto a su vez nos ayude a hacerlo con nuestro plano emocional:

  • Come de forma consciente: Esto implica prestar atención a la comida que ingerimos, saboreando cada bocado y disfrutando del proceso de comer. También ayuda a ser conscientes de las señales físicas de hambre y saciedad, lo que puede evitar los excesos.
  • Aprende a identificar los detonantes de ansiedad: pueden ser desencadenada por factores como el estrés, la falta de sueño o incluso la falta de actividad física.
  • Planifica tus comidas: puede ayudar a prevenir el atracón por ansiedad, ya que permite controlar de antemano las comidas que se van a ingerir, intentando que siempre sean alimentos nutritivos.
  • Es importante tener un apoyo emocional: hablar con un terapeuta o un amigo cercano es beneficioso para procesar las emociones y es una forma de manejar la ansiedad sin recurrir al atracón de comida. Además, puede ser de ayuda para estar menos aislados y más conectados con los demás.
  • Practica la atención plena: esta práctica que implica prestar atención consciente al momento presente sin juzgar. Ayuda a reducir la ansiedad, ya que permite reconocer y aceptar los pensamientos y emociones sin reaccionar impulsivamente. Es muy útil para aprender a reconocer patrones de pensamiento y comportamiento y, con el tiempo, cambiarlos para evitar el atracón por ansiedad.

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