El alto precio que hay que pagar por adoptar un estilo de vida sostenible

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20/12/2022 - 09:29
Mujer de compras navideñas

Lectura fácil

Un 49 % de los consumidores españoles admite que el coste de los productos “impide” adoptar un estilo de vida sostenible, pese a que tres de cada cuatro aseguran que la sostenibilidad es “más importante” para ellos ahora que antes de la pandemia.

Así lo desvela el estudio ‘El clima cambiante de la sostenibilidad’, publicado por la consultora NielsenIQ y que está centrado en la percepción de los consumidores sobre el impacto del cambio climático en la industria de bienes de consumo, según precisó la compañía en un comunicado.

¿Qué son los hábitos de vida sostenibles?

Los hábitos de vida son nuestras actividades y comportamientos ordinarios, es decir, nuestras acciones y costumbres diarias.

Con el paso de los años, los hábitos de vida diarios han evolucionado a pasos agigantados. En la actualidad, hacemos la compra a través de Internet, vemos mucho más la televisión, caminamos menos, estamos gran cantidad de tiempo sentados frente a nuestros ordenadores. En definitiva, nuestra vida es enormemente sedentaria.

Es decir, aunque no lo creamos, los hábitos de vida saludables se están abandonando. De la misma manera, se pierde el concepto de “vivir gracias a lo natural pero sin abusar de la Naturaleza” que es lo que hoy llamaríamos “desarrollo sostenible”.

A medida que avanza su edad, las personas se muestran más reacias a modificar sus hábitos. Además, la preocupación por consumir menos, más sostenible, saludable y eficiente es mayor a medida que la situación económica del hogar es más favorable. 

Los grandes obstáculos a la hora de afrontar un estilo de vida sostenible

Por lo que respecta al mercado internacional, el 41 % de los consumidores sondeados a nivel mundial consideró el precio como un “obstáculo” para mejorar su estilo de vida y España solo es superada por Brasil y Corea del Sur (51 %) y Singapur (50 %).

Además del precio, los siguientes motivos que “frenan” la adopción de medidas sostenibles por parte de los consumidores españoles son las dificultades para encontrar productos sostenibles en las estanterías de los supermercados y la falta de claridad en la información de los productos (31 %).

Entre las medidas adoptadas por los consumidores en España para “vivir de forma más sostenible”, el estudio destaca el uso de sus propias bolsas de la compra (65 %), la separación “consciente” de la basura para reciclarla (61 %) y la reducción del uso de la electricidad (56 %).

Nos guste o no, todavía sale muy caro ser eco o comprar bio

De entre los españoles que afirmaron que la sostenibilidad es “más importante” ahora que antes de la pandemia, el 46 % defendió esta postura por la necesidad de “dejar un mundo mejor para las generaciones futuras”, mientras que el 22 % lo hizo porque se ha visto afectado “personalmente” por fenómenos meteorológicos “extremos”.

Con todo, el 50 % de los consultados intenta tomar “decisiones sostenibles siempre que puede” y casi ocho de cada diez ven “bastante o muy probable” elegir una marca concreta si ésta ofreciera un surtido “más amplio de opciones sostenibles” en tienda, mientras que el 82 % pide que las empresas “tomen la iniciativa” de reducir su huella medioambiental.

Por su parte, el 76 % estimó que se debería obligar a las compañías a mostrar “una total transparencia” de su cadena de suministro para que los compradores “puedan elegir con conocimiento de causa” y el 77 % dejaría de comprar productos de una empresa que haya sido declarada culpable de ‘greenwashing’ o blanqueamiento verde.

La cesta de productos sostenibles suele salir hasta tres veces más cara

Y es que, no se trata de convertirse en trileros de la retórica, sino de modificar el punto de vista. Tomemos el ejemplo de una lata de Coca-Cola, cuyo precio oscila entre los 60 y 100 céntimos. Esa lata de 33 centilitros contiene 35 gramos de azúcar, diez gramos más del consumo diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al recibir tanto azúcar de golpe, se produce un pico de insulina en sangre, y el hígado entra en acción convirtiendo el azúcar en grasa.

Un refresco ecológico, sin embargo, puede costar hasta tres euros. Acaso sea que lo no ecológico es demasiado económico, pero sale caro consumir como si las reservas del planeta fueran ilimitadas o nuestro cuerpo no se resintiera ante el consumo sistemático de algunos productos (sabemos, por ejemplo, que hay evidencias de que los alimentos ultraprocesados son cancerígenos; eso sí, son muy baratos).

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