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La temporada de gripe de este año está mostrando una evolución intensa y poco habitual. Aunque el número de contagios continúa aumentando semana tras semana, los últimos datos indican que la velocidad de ese ascenso comienza a ralentizarse.
Sin embargo, esta aparente tregua no debe llevar a la complacencia: la incidencia sigue siendo elevada, especialmente en los grupos de menor edad a nivel comunitario, y la presión asistencial en los hospitales alcanza niveles que los profesionales sanitarios ya califican de muy preocupantes.
La circulación del virus se está concentrando sobre todo entre niños y adolescentes, pero las consecuencias más graves recaen en los extremos de edad. Los mayores de 80 años y los bebés, especialmente los menores de un año, están siendo los más afectados en términos de hospitalización, lo que añade complejidad a un sistema sanitario que ya arrastraba tensiones previas.
Los ingresos hospitalarios superan los máximos de la temporada pasada
Uno de los indicadores que más inquietud genera entre los expertos es el aumento sostenido de las hospitalizaciones por gripe. Actualmente, los ingresos se sitúan en 9 casos por cada 100.000 habitantes, una cifra que ya supera el pico máximo registrado durante la temporada anterior, cuando se alcanzaron 7,3 ingresos por cada 100.000 habitantes en la segunda semana de enero.
Los datos muestran una clara concentración en dos grupos especialmente vulnerables: los adultos de edad muy avanzada y los lactantes. En el caso de los bebés de hasta 12 meses, la situación ha empeorado de forma notable en tan solo una semana. Las hospitalizaciones en este grupo se han duplicado, pasando de 22,8 a 48,8 casos por cada 100.000 habitantes, un salto que alerta tanto a pediatras como a epidemiólogos.
Los especialistas coinciden en que el punto álgido de la transmisión todavía no ha llegado. Según las previsiones actuales, el máximo de contagios podría producirse a finales de año, coincidiendo con las celebraciones navideñas. Este periodo se caracteriza por un aumento significativo de las reuniones sociales, muchas de ellas en espacios cerrados, lo que favorece la propagación de los virus respiratorios.
Además, este viernes muchas comunidades autónomas dan inicio a las vacaciones escolares, un factor que puede influir de manera ambivalente en la evolución de la epidemia. La doctora Susana Monge, integrante del grupo de trabajo de vigilancia de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), explica que las Navidades pueden generar “dinámicas opuestas”. Por un lado, el cierre de los centros educativos podría frenar la transmisión entre escolares, que actualmente es muy elevada. Pero, por otro, los encuentros familiares intergeneracionales pueden abrir nuevas vías de contagio hacia otros grupos de edad.
El riesgo de la mezcla entre niños, adultos y personas mayores
El epidemiólogo y pediatra Quique Bassat subraya que el hecho de que el pico de transmisión se espere para las fiestas implica un escenario de mayor riesgo. “Previsiblemente habrá muchas más infecciones”, advierte, debido a la intensa interacción entre niños, adultos y personas mayores, especialmente abuelos que cuidan de sus nietos durante las vacaciones.
Ante este contexto, Bassat insiste en la importancia de reforzar las medidas de prevención. Considera “fundamental” que las personas mayores estén vacunadas y que los niños que presenten síntomas respiratorios utilicen mascarilla cuando estén en contacto con familiares vulnerables. Estas precauciones pueden marcar la diferencia a la hora de reducir los casos graves y los ingresos hospitalarios.
La incidencia de gripe más alta desde la pandemia, pero con matices
Aunque los números actuales son elevados, los expertos piden interpretar los datos con cautela. Susana Monge destaca que la incidencia de gripe registrada en este momento es la más alta desde el inicio de la pandemia de covid en 2020, pero aclara que las hospitalizaciones no están alcanzando niveles equivalentes.
Esto se debe, según explica, a dos razones principales. En primer lugar, la transmisión se concentra mayoritariamente en niños, que suelen presentar cuadros menos graves. En segundo lugar, existe un desfase temporal habitual: los ingresos hospitalarios suelen producirse unas dos semanas después del aumento de los contagios, por lo que parte del impacto aún podría estar por llegar.
En algunas comunidades autónomas, la magnitud de esta epidemia es tan inusual que, según Monge, “hay que remontarse entre 10 y 15 años para ver una situación similar”.
La variante A(H3N2) y el papel del subclado K
Entre los factores que explican la intensidad de esta temporada destaca la circulación del subclado K de la variante A(H3N2). Esta variante presenta mutaciones que le permiten escapar parcialmente a la inmunidad adquirida, aunque hasta el momento no se ha observado que cause cuadros más graves.
La llegada temprana de la gripe, con más de un mes de adelanto respecto a otros años, también ha influido. Este adelanto obligó a acelerar las campañas de vacunación en muchas regiones. Monge señala que las epidemias que comienzan antes de lo habitual suelen ser de mayor magnitud, independientemente de las mutaciones del virus.
A ello se suma la interacción con otros patógenos respiratorios. Este año, la gripe ha llegado pronto mientras que el virus respiratorio sincitial (VRS) lo ha hecho más tarde, reduciendo la competencia entre virus y facilitando una mayor expansión de la gripe. Además, la variante H3N2 históricamente se asocia con temporadas más intensas.
La vacunación sigue siendo clave para prevenir la gravedad
Pese a la elevada transmisión, los especialistas insisten en que las vacunas continúan siendo una herramienta eficaz. Monge recalca que el hecho de que la incidencia esté disparada entre los niños demuestra que no existe un escape inmunitario masivo. Los adultos, que acumulan más vacunas y más infecciones previas, presentan niveles de incidencia más bajos.
Este adelanto e intensidad de la gripe han vuelto a poner contra las cuerdas a los servicios hospitalarios. En muchas comunidades, la presión asistencial ya es muy elevada. La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) ha alertado de que la coincidencia de gripe A, VRS y descompensaciones de pacientes crónicos está generando jornadas de auténtico colapso en algunos centros.
Su vicepresidente, el doctor Javier Millán, ha advertido de que numerosos servicios de urgencias se encuentran en una situación “muy compleja”, con salas de espera saturadas, largas demoras y pacientes pendientes de una cama de hospitalización. Ante este escenario, ha reclamado la activación urgente de planes de contingencia, el refuerzo de las plantillas y la garantía de camas suficientes para evitar un deterioro mayor del sistema sanitario.
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