La pandemia de Covid-19 incrementa la desigualdad, el hambre y la pobreza

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15/02/2021 - 12:26
La pandemia incrementa la desigualdad, el hambre y la pobreza

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Manos Unidas ha presentado 'Contagia solidaridad para acabar con el hambre', la campaña que denuncia que la crisis sanitaria de la Covid-19 está relegando al olvido otras pandemias como el hambre, la pobreza y la desigualdad.

La pandemia ha relegado otros problemas como el hambre, la pobreza y la desigualdad

“De poco han servido nuestros muros y fronteras, implacables frente a lo que se consideran amenazas a nuestro bienestar, pero absolutamente permeables a una amenaza microscópica que, de alguna manera parece, aunque no las tengo todas conmigo, nos ha hecho conscientes de nuestra propia vulnerabilidad. Y lo digo, porque, aunque la pandemia señala lo contrario, nuestra aldea global parece hoy más dividida que nunca entre el rico Norte y el Sur empobrecido”, ha explicado Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas, refiriéndose a la vulnerabilidad de todas las sociedades, las ricas y la empobrecidas, ante la llegada del coronavirus.

Asimismo, ha subrayado que es inaceptable que la crisis sanitaria, sin precedentes en el último siglo, a la que nos enfrentamos “esté relegando al olvido a otras crisis y emergencias que matan y causan más estragos que el virus y de las que, nunca nadie parece acordarse: el hambre y la pobreza”.

A su juicio, estas emergencias “derivan de la pandemia más dolorosa y más vergonzante a la que se enfrenta el ser humano: la de la desigualdad. Una desigualdad que ha llevado a que el número de personas que pasan hambre supere los 800 millones y a que en el mundo haya 1.300 millones de personas afectadas por la pobreza.

"La pandemia del coronavirus está teniendo un impacto brutal"

“En los países en los que trabaja Manos Unidas, la pandemia del coronavirus está teniendo un impacto brutal, del que les va a ser muy difícil recuperarse en mucho tiempo. Se habla ya de décadas de retroceso en los planes de desarrollo…”, ha remarcado Clara Pardo.

“Estamos lejos de ello, pero lo podemos conseguir. Con esta campaña, 'Contagia Solidaridad para acabar con el hambre' queremos contagiar esperanza, porque la esperanza es el motor que nos empuja para trabajar todos los días”, ha asegurado la presidenta de la ONG de la iglesia católica. Claramente, estas situaciones de hambre y pobreza, con todo lo que conllevan, no se darían si en el mundo no imperase la desigualdad, si realmente en el mundo existiera una preocupación por el bien común y se actuara, en consecuencia, de manera solidaria.

El proyecto Kuchinate es una iniciativa que busca la esperanza y la solidaridad, surgió en Israel y está destinada a apoyar a las mujeres eritreas que huyen de su país en busca de una vida mejor y se dan de bruces con las férreas políticas de inmigración israelíes.

“Llegaron a Israel y se encontraron con políticas de rechazo y discriminación"

Alicia Vacas, responsable de las Misioneras Combonianas para Oriente Medio y Asia, que trabaja en la defensa de los derechos humanos de los colectivos más desfavorecidos, conoce el drama de estas mujeres que tras un terrible periplo por el desierto del Sinaí “llegaron a Israel y se encontraron con políticas de rechazo y discriminación,  que les negaba el reconocimiento como refugiados y les condenaba a la marginación”.

“Cuando nuestros caminos se cruzaron, con los de estas mujeres en Tel-Aviv, no pensábamos en “solidaridad”, ni en construir un proyecto común, queríamos solo protegerlas y cuidarlas, porque nos abrumaban sus historias, y porque nadie merece pasar por lo que ellas han pasado” relata la religiosa española.

Kuchinate, la iniciativa que apoya a estas mujeres, “nació del encuentro de personas dispares y de una herida abierta. Una herida que se presenta hoy con características casi idénticas en muchos países”, ha explicado Alicia Vacas.

El proyecto Kuchinate acompaña y sostiene a familias vulnerables

Este proyecto comenzó siendo un grupo de unas 20 mujeres y toda una red de voluntarios que se habían “activado” para acogerlas y acompañarlas en el proceso de integración. “Hoy Kuchinate, que en tigriña, la lengua que se habla en Eritrea, significa ganchillo, es un proyecto psicosocial que trabaja para empoderar a más de 300 mujeres víctimas de las mafias de la trata de personas y a sus hijos”, añade la misionera. Reunirse para hacer ganchillo es la mejor manera que tiene estas mujeres para abrirse y, juntas, intentar superar los traumas del pasado.

Durante los sucesivos confinamientos que ha sufrido Israel, estas mujeres, han padecido lo indecible, “pero su sufrimiento ha desencadenado un vendaval de solidaridad para acompañar y sostener a las familias más vulnerables”, asegura Alicia Vacas. “Y -explica la misionera comboniana- de este tsunami de solidaridad ha sido parte también Manos Unidas”.

La religiosa española, afincada en Israel, ha manifestado su deseo de que esta crisis por la pandemia de Covid-19, “sea la oportunidad que nos da la vida para ponernos en la piel de los que más sufren. De los que están cerca de nosotros y también de los que están lejos. Ojalá nos sirva, también, para que esa solidaridad que hemos demostrado durante los peores meses de la pandemia se extienda también más allá de nuestras fronteras”.

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