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La paleontología australiana suma un avance significativo con la identificación de los huevos fósiles de cocodrilo más antiguos hallados en el país. Se trata de fragmentos diminutos, algunos de menos de un milímetro, procedentes del yacimiento de Murgon, en el estado de Queensland, y datados en aproximadamente 55 millones de años. El estudio, publicado en Journal of Vertebrate Paleontology y explicado por el paleontólogo Michael David Stein en The Conversation, revela información inédita sobre un grupo de cocodrilianos hoy extinto: los mekosuquinos, un linaje que dominó los ecosistemas australianos durante buena parte del Cenozoico.
El yacimiento de Murgon se ha consolidado como uno de los enclaves fósiles más valiosos del Eoceno temprano en Australia. Sus sedimentos destacan por una preservación excepcional, capaz de conservar restos de animales que habitaron la región hace unos 55 millones de años. Durante ese periodo, la zona era un mosaico de humedales, lagunas efímeras y cursos de agua temporales, un entorno radicalmente distinto al paisaje actual de Queensland.
Los fósiles recuperados en este lugar han permitido reconstruir la fauna del momento con un nivel de detalle poco habitual para esa etapa geológica. En Murgon se han encontrado aves, peces, tortugas, salamandras y algunos de los marsupiales más antiguos conocidos del continente. A estas piezas se sumaban hasta ahora restos de cocodrilianos adultos y juveniles. Con la identificación de fragmentos de cáscara de huevo, la presencia de estos reptiles en el ecosistema queda aún más clara, ya que se confirma que también utilizaban la zona como lugar de nidificación.
Un linaje únicamente australiano: los mekosuquinos
El hallazgo gira en torno a los mekosuquinos, un linaje exclusivamente australiano que incluye especies bien representadas en yacimientos como Riversleigh y Alcoota. Estos cocodrilianos muestran una sorprendente variedad morfológica, reflejo de una amplia diversidad ecológica: existen especies que presentan adaptaciones que sugieren comportamientos más terrestres que los cocodrilos actuales.
En el caso concreto de Murgon, el único cocodriliano identificado hasta ahora es el género Kambara, cuya presencia coincide temporalmente con los fragmentos de cáscara encontrados. Por ello, los investigadores consideran que es el candidato más plausible como responsable de la puesta de los huevos fosilizados ahora analizados.
Fragmentos minúsculos de los huevos fosilizados pero excepcionalmente valiosos
Los huevos fósiles de cocodrilianos rara vez llegan a ese estado debido a la fragilidad de sus cáscaras, que suelen desintegrarse antes de quedar atrapadas en los sedimentos. Que en Murgon se hayan conservado fragmentos tan pequeños convierte al descubrimiento en un hecho extraordinario.
El estudio detalla que estos restos corresponden a fragmentos diminutos, algunos de menos de un milímetro, lo que hace especialmente difícil su identificación. Sin embargo, su microestructura revela un conjunto de características que no coincide con ningún tipo de cáscara de cocodrilo moderno. Este trabajo cuidadoso ha permitido a los investigadores clasificar las cáscaras dentro de un nuevo ootaxon (un tipo formal de huevo fósil) denominado Wakkaoolithus godthelpi.
Una cáscara distinta a la de los cocodrilos actuales
El análisis microscópico mostró que la cáscara posee una microestructura diferente a la de los cocodrilianos vivos. Las capas internas presentan patrones propios que se distinguen claramente de los modelos modernos, lo que respalda su asignación a una forma fósil. A ello se suma un argumento paleontológico fundamental: durante el intervalo temporal representado en Murgon solo se ha documentado el género Kambara, por lo que no hay indicios de la presencia de otros cocodrilianos que pudieran haber producido esos huevos fosilizados.
Claves sobre la reproducción de los mekosuquinos
Más allá de su identificación taxonómica, los fragmentos aportan pistas relevantes sobre la biología reproductiva de estos reptiles. La ausencia de señales de degradación bacteriana en las cáscaras indica que los huevos fosilizados estaban probablemente enterrados o semienterrados en sedimentos húmedos, lo cual concuerda con la conducta observada en muchos cocodrilianos actuales.
Las características del entorno representado en Murgon, con sus márgenes de cuerpos de agua temporales, sugieren que los mekosuquinos utilizaban estos espacios como áreas de puesta. Aunque comparten ciertos patrones con los cocodrilos contemporáneos, las diferencias microestructurales apuntan a particularidades reproductivas propias de este grupo ya extinto.
El papel ecológico de Kambara en Murgon
Durante el Eoceno temprano, el ecosistema de Murgon se componía de una red de estanques, canales y zonas inundables cubiertas por una vegetación exuberante. Dentro de este entorno húmedo, Kambara habría desempeñado el rol de un depredador relevante. La combinación de fósiles de individuos adultos, juveniles y ahora fragmentos de huevo respalda la idea de que la zona servía no solo como hábitat habitual, sino también como lugar de reproducción.
Un capítulo dentro de una larga historia evolutiva
El descubrimiento de los huevos fosilizados se integra en la historia evolutiva de los mekosuquinos, un grupo que prosperó en Australia durante decenas de millones de años. A pesar de su éxito prolongado, terminaron por desaparecer debido a transformaciones ambientales profundas, incluida la progresiva aridificación del continente y los cambios en la disponibilidad de presas.
Los fragmentos hallados en Murgon añaden una pieza más al rompecabezas sobre cómo vivían y se reproducían estos animales en un continente cuya configuración ecológica era radicalmente distinta de la actual. Y, al mismo tiempo, ayudan a situar mejor el momento en que estos cocodrilianos comenzaron a declinar hasta extinguirse por completo.
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