La lucha contra la mortalidad materna y neonatal está estancada desde 2015

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15/05/2023 - 10:03
La lucha contra la mortalidad materna sigue presente desde 2015

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La pandemia de Covid-19 ha tenido un impacto significativo en varios aspectos, no limitándose solo a los contagios y fallecimientos. La mayoría de los países enfrentó una crisis grave que afectó los sistemas de salud, dejándolos vulnerables.

En algunos casos, los hospitales se vieron saturados, lo que perjudicó la atención en otros servicios médicos. Uno de los campos que ha sido particularmente afectado es el de la mortalidad materna, donde se ha visto un aumento en los casos debido a la sobrecarga del sistema de salud.

Una mujer o un bebé muere cada siete segundos debido a la falta de atención sanitaria

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado a conocer cifras alarmantes en cuanto a la mortalidad materna e infantil en el mundo. Según la OMS, una mujer o un bebé muere cada siete segundos por causas prevenibles o tratables con atención sanitaria adecuada, lo que resulta en 4,5 millones de decesos anuales, cifra que se ha mantenido constante desde hace ocho años.

Un nuevo estudio indica que la falta de inversiones adecuadas en cuidado materno infantil es la principal causa de estas muertes. Sin embargo, en lugar de aumentar los recursos en este rubro, han disminuido. Por ejemplo, desde 2018, más de tres cuartas partes de los países en África subsahariana y en conflicto han reducido el financiamiento para la salud materna y neonatal.

Las cifras desglosadas son impactantes, con 290.000 decesos maternos, 1.9 millones de bebés muertos después de las 28 semanas de embarazo y 2.3 millones de muertes de bebés durante su primer mes de vida. La ONU ha explicado que la pandemia de COVID-19, el aumento de la pobreza y la agudización de las crisis humanitarias han presionado fuertemente los sistemas de salud a nivel mundial.

Esta situación requiere de una atención inmediata y de un compromiso serio y continuo para garantizar la salud y el bienestar de las madres y los bebés en todo el mundo.

Las tasas de mortalidad materna son inaceptables y demasiado altas

A pesar de que la pandemia de COVID-19 ha sido el centro de atención en los últimos dos años, su impacto en los servicios de salud esenciales aún persiste. Según una encuesta reciente, una cuarta parte de los países todavía experimentan interrupciones en la atención médica para mujeres embarazadas y en el periodo posnatal, así como en los servicios vitales para niños enfermos.

El director de Salud Materna, Neonatal e Infantil de la OMS, Anshu Banerjee, ha criticado las tasas de mortalidad materna, las cuales ha calificado como "inaceptablemente altas".

Banerjee ha instado a aumentar los recursos para revertir esta situación, haciendo hincapié en la necesidad de invertir en atención primaria de la salud para que todas las mujeres y los bebés tengan acceso a la atención y a la supervivencia, sin importar su lugar de residencia.

Es necesario tomar medidas inmediatas y sostenibles para garantizar la salud y el bienestar de las madres y los bebés en todo el mundo, ya que la mortalidad materna sigue siendo un problema bastante grave en la actualidad.

La muerte materna y neonatal afecta a todo el mundo

Es cierto que la muerte materna y neonatal es un problema que afecta a todo el mundo, pero su impacto es aún más grave en los países pobres o en situaciones de emergencia.

En algunas regiones de África subsahariana y Asia central y meridional, menos del 60 % de las mujeres embarazadas reciben los controles prenatales recomendados por la OMS.

Para reducir las tasas de mortalidad materna, es fundamental que las mujeres y los bebés tengan acceso a servicios de atención médica asequibles y de calidad antes, durante y después del parto, así como a servicios de planificación familiar.

Por otro lado, es importante contar con trabajadores de salud calificados, especialmente parteras, y con medicamentos y suministros esenciales, agua potable y electricidad confiable.

Las intervenciones deben dirigirse especialmente a las mujeres más pobres y vulnerables para garantizar que reciban la atención vital que necesitan. Adoptar un enfoque de género para abordar el problema también es esencial para poder reducir datos tan impactantes como los de la mortalidad materna.

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