La dignidad de las personas mayores debe convertirse en una prioridad de la agenda política y social

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01/10/2021 - 11:30
Un cuidador con mascarilla atiende a una persona mayor

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Varias organizaciones que trabajan por los derechos y el bienestar de las personas mayores se unen para denunciar que la actual crisis ha agravado, aún más, la discriminación por edad.

La declaración del 1 de octubre como Día Internacional de las Personas Mayores vive un momento marcado por el desarrollo de la pandemia por coronavirus. A pesar de que los principios de no discriminación por razón de edad y de igualdad están reconocidos en España y en el Derecho Internacional, las referencias específicas a los derechos de las personas mayores se encuentran dispersas en diferentes tratados y acuerdos.

La actual crisis sanitaria, social y económica que estamos transitando ha dejado claro que aún estamos muy lejos de conseguir la igualdad real y que debemos contar con una legislación que aborde de forma específica los derechos de las personas mayores para trabajar contra la discriminación por edad y resolver así, los problemas estructurales que presenta España en este marco.

‘Soy mayor, soy como tú’

Con la campaña #SoyMayorSoyComoTú, que se lanzó en 2018, se valora la gran aportación que hacen las personas mayores al conjunto de la sociedad. Aparte de desmontar los estereotipos y prejuicios que existen sobre la vejez. De hecho, pese a ser las principales afectadas por la crisis sanitaria y social, las personas mayores han dado una lección de resiliencia, prudencia y disciplina y distintos estudios.

En los últimos meses, además, hemos podido comprobar que la vejez sigue estando asociada a debilidad y enfermedad y que se otorga menos valor social a la vida de las personas mayores. Sin embargo, debemos recordar que nuestra dignidad y derechos no disminuyen con el paso de los años y la edad no puede medir el valor de ninguna vida.

Ante esto, la quinta edición de la campaña #SoyMayorSoyComoTú puesta en marcha por cinco entidades (Grandes Amigos, Fundación pilares para la autonomía personal, Envejecimiento en Red, HelpAge Internacional España, y Matia Fundation),  tiene como objetivo llegar a la sociedad sobre la discriminación por razón de edad. Y al mismo tiempo, señalar a los poderes públicos la necesidad de que el envejecimiento y los derechos de las personas mayores se conviertan en una prioridad en nuestro país.

Carencias en el modelo de cuidado a personas mayores

Esta pandemia sacó a flote las carencias que arrastra el modelo tradicional de alojamientos para personas mayores. “Las residencias deberían convertirse en hogares, lugares para vivir”,  en los que se cuida no solo de la salud, sino también de la felicidad de las personas que las habitan”, según indican las entidades que impulsan los derechos para las personas mayores.

Las medidas en las residencias deben ser equilibradas y, “conjugar salud y autonomía, favoreciendo en todo momento la capacidad de decidir de las personas. Además, es más urgente que nunca aumentar la coordinación entre los servicios de salud y los servicios sociales, para que quienes viven en un centro residencial tengan garantizado su derecho a recibir atención sanitaria pública en igualdad de condiciones, tanto primaria como especializada”.

En este contexto, las entidades firmantes señalan que las personas mayores quieren continuar viviendo en su casa, en su barrio, en su pueblo. Por ello, “necesitamos una transformación y mejora de los servicios sociosanitarios de atención domiciliaria que se complementen con la atención familiar desde un enfoque de género, y que integren también los recursos de la comunidad”.

Con respecto a la institucionalización, hay estudios que demuestran que los cuidados, integrados y centrados en las personas, ofrecen mejor calidad de vida, evitan institucionalizaciones no necesarias, y resultan más eficientes para las arcas públicas.

Las personas mayores ante una pandemia sanitaria

En este último año hemos presenciado aislamiento social en personas mayores impuesto por el coronavirus. Esto ha provocado situaciones de soledad, rechazo y exclusión social a las que se enfrentan a diario cada vez más personas mayores. Este aislamiento prolongado está afectando a su salud física y mental, su bienestar y dignidad. Ansiedad, depresión, desorientación, deterioro cognitivo, sedentarismo, pérdida de movilidad y masa muscular, y entre otros aspectos, fatiga.

Estos efectos provocan la aparición de problemas crónicos y nuevas situaciones de dependencia. Ante esta realidad, se hace necesario impulsar las redes de apoyo vecinal y de voluntariado, además de diseñar barrios y viviendas amigables con el envejecimiento.

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