Uno de cada cinco españoles no podrá irse de vacaciones en 2025 por motivos económicos

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30/07/2025 - 08:36
Cifras de la pobreza vacacional en España

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Con la llegada del verano, muchas personas sueñan con tomarse un respiro, hacer las maletas y desconectar de la rutina. Sin embargo, para una parte significativa de la población española, este sueño se ha vuelto inalcanzable. La denominada pobreza vacacional, es decir, la imposibilidad económica de permitirse al menos una semana de vacaciones fuera del hogar, afecta este año a casi el 20 % de los ciudadanos, según datos recogidos por Eurostat y otras fuentes oficiales como el Instituto Nacional de Estadística (INE) y la Asociación de Usuarios Financieros (ASUFIN).

La pobreza vacacional es un fenómeno que evidencia desigualdades sociales

La media europea de población que sufre de pobreza vacacional se sitúa en el 15 %. Sin embargo, países como España (18 %), Grecia (20 %), Bulgaria (24 %) y Rumanía (32 %) presentan cifras superiores, lo que refleja una clara desigualdad estructural. En contraste, países como Suecia, Finlandia o Países Bajos apenas rozan el 5 %.

En España, la pobreza vacacional se ha agravado con el aumento del coste de vida y la inflación acumulada desde la pandemia. El gasto medio por persona para unas vacaciones en 2025 se sitúa en torno a los 1.300 euros, lo que supone un incremento de casi el 50 % respecto al año anterior, según estimaciones del portal especializado en consumo Kelisto y corroboradas por el INE.

Entre los colectivos más golpeados por esta realidad se encuentran los trabajadores autónomos. Según un informe del Observatorio del Trabajo Autónomo de ATA, uno de cada tres profesionales por cuenta propia no puede permitirse tomarse vacaciones, ni siquiera una semana. Las razones combinan falta de ahorro, encarecimiento de los precios y, especialmente, la imposibilidad de detener su actividad sin perder ingresos.

“El problema no es solo el dinero, es también el tiempo. Si no trabajo, no cobro”, explica Marta, una diseñadora gráfica freelance que no ha salido de su ciudad en más de dos años.

Estrategias para poder irse… o resignarse

Para quienes sí pueden permitirse unas vacaciones, las estrategias de ahorro se han vuelto imprescindibles:

  • Reservar con hasta un año de antelación.
  • Buscar alojamientos económicos.
  • Evitar salir a comer fuera y pasar la mayor parte del tiempo en el propio alojamiento.

Estas son algunas de las tácticas más comunes, según datos de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) que los españoles llevan a cabo para no caer en la pobreza vacacional.

A pesar de ello, muchas personas recurren incluso al crédito. Un 30 % de los españoles se ha planteado pedir un préstamo para sufragar sus vacaciones, y uno de cada diez lo acaba haciendo, según un estudio de ASUFIN. Esta práctica, aunque habitual, genera controversia: mientras algunos afirman que “las vacaciones son sagradas”, otros prefieren no endeudarse y quedarse en casa.

El encarecimiento de los destinos nacionales

La creciente llegada de turistas internacionales ha provocado que destinos tradicionales como Mallorca, Menorca, Cádiz o San Sebastián se encarezcan notablemente. De acuerdo con cifras del INE, el coste medio de una noche en un hotel de tres estrellas en estas zonas supera ya los 120 euros, lo que da lugar a la pobreza vacacional, mientras que en destinos europeos como Lisboa, Oporto o Dubrovnik los precios son más competitivos fuera de temporada alta.

Este efecto, conocido como turismofobia económica, se ha traducido en una mayor exclusión de los residentes nacionales, que cada vez tienen más dificultades para vacacionar en su propio país.

Más allá del descanso: un derecho desigual

La pobreza vacacional no es solo un problema de ocio; es una manifestación de las brechas económicas, laborales y sociales que persisten en el país. Diversos estudios, como los elaborados por la Fundación FOESSA o Cáritas, señalan que el descanso anual es fundamental para la salud física y mental, y que su carencia afecta negativamente al bienestar general, la productividad y la calidad de vida.

Desde organizaciones sociales se pide una mayor implicación institucional para facilitar el acceso igualitario a las vacaciones. En países como Francia o Italia existen programas públicos de vacaciones subvencionadas para familias con bajos recursos, una política que en España aún está lejos de aplicarse de forma generalizada.

El verano de 2025 vuelve a poner sobre la mesa una realidad incómoda: el descanso no es un privilegio, sino una necesidad, y no todos pueden permitírselo. Mientras las cifras del turismo baten récords en las zonas más visitadas, millones de españoles miran desde casa cómo otros disfrutan de lo que para ellos, hoy por hoy, es un lujo inalcanzable.

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