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El entorno laboral moderno, con su alta exigencia de rendimiento, agilidad y toma de decisiones constante, se ha convertido en un caldo de cultivo para dos de los fenómenos psicológicos más debilitantes para el talento: el síndrome del impostor y la aboulomanía laboral. Aunque a menudo se confunden o se solapan, ambos tienen un núcleo común: un miedo paralizante al fracaso y a la evaluación negativa. El primero te hace sentir un fraude; el segundo te impide actuar. Identificar sus señales es el primer paso para que tanto el empleado como la organización puedan ponerles freno.
Comprendiendo a los dos "fantasmas" de la oficina
Antes de identificar las señales, es crucial diferenciar los dos conceptos:
- El Síndrome del Impostor: Es un fenómeno psicológico interno por el cual la persona es incapaz de asimilar sus propios logros. Siente que su éxito es producto de la suerte, de un error, o de haber engañado a los demás, y vive con un miedo constante a ser "descubierto" como un fraude.
- La Aboulomanía Laboral: Es un término menos conocido pero igualmente destructivo. La "abulia" es la incapacidad patológica de tomar decisiones o ejercer la voluntad. Aplicada al trabajo, la aboulomanía laboral es una parálisis decisional crónica. La persona se ve incapaz de elegir un camino por miedo a que sea el incorrecto, lo que la lleva a la inacción total.
Aunque sus causas son distintas, sus síntomas en el día a día laboral pueden converger.
Las 5 señales de alerta en el trabajo
1. Procrastinación Extrema (Parálisis) vs. Sobrepreparación (Perfeccionismo)
Esta es la señal más clara y, a la vez, la más dual.
- La señal de la Aboulomanía Laboral: La procrastinación es absoluta. La persona evita iniciar tareas clave porque empezar implica tomar una decisión (cómo enfocarla, qué paso dar primero). Esta parálisis no es pereza, es un bloqueo mental agonizante.
- La señal del Síndrome del Impostor: La procrastinación es más sutil. El impostor sí trabaja, de hecho, trabaja en exceso. Su procrastinación se centra en la finalización. Pospone la entrega del proyecto porque necesita revisarlo "una vez más", buscando un perfeccionismo inalcanzable que evite que los demás vean su supuesto "fraude".
2. La "Parálisis por Análisis" Crónica
Aquí es donde ambos fenómenos se encuentran. El profesional se atasca en la fase de recopilación de datos e investigación.
- En la Aboulomanía Laboral: Es el síntoma principal. La persona necesita toda la información posible antes de moverse, pero ninguna cantidad de datos es suficiente para garantizar al 100 % que la decisión será la correcta. El miedo al error es tan grande que prefiere no decidir.
- En el Síndrome del Impostor: Ocurre algo similar. El impostor cree que no sabe lo suficiente (porque es un fraude), así que investiga obsesivamente para compensar su supuesta incompetencia, retrasando la acción por miedo a que su decisión demuestre que no estaba cualificado.
3. Evitación activa de la responsabilidad y las promociones
Un profesional brillante que rechaza sistemáticamente un ascenso debería encender las alarmas.
- El Síndrome del Impostor: Evita la promoción porque un puesto más alto significa más visibilidad y, por tanto, un mayor riesgo de ser "descubierto". Prefiere un perfil bajo donde su "fraude" pase desapercibido.
- La Aboulomanía Laboral: Evita la promoción porque los puestos de liderazgo implican una toma de decisiones de mayor impacto. El miedo no es a la visibilidad, sino a la responsabilidad de tener que decidir por otros.
4. Incapacidad para internalizar el feedback positivo
Ambos perfiles tienen una relación distorsionada con el éxito y el reconocimiento.
- El Síndrome del Impostor: Cuando recibe un halago, lo descarta inmediatamente. Lo atribuye a la suerte ("Tuve suerte con ese cliente"), a la cortesía ("Solo están siendo amables") o al error ajeno ("No se han dado cuenta de los fallos"). No puede aceptar el éxito como propio.
- La Aboulomanía Laboral: La persona puede buscar validación antes de actuar, pero una vez que la decisión (forzada) se ha tomado, el feedback positivo no alivia la ansiedad. El alivio es momentáneo, pues la próxima decisión volverá a generar el mismo pánico.
5. Agotamiento extremo (Burnout) y ansiedad constante
Ambos estados son rutas directas al burnout.
- El impostor se agota por el sobreesfuerzo: trabaja el doble o el triple que los demás para mantener la fachada de competencia y evitar que descubran su "incapacidad".
- La persona con aboulomanía laboral se agota mentalmente. La tensión de tener que tomar decisiones simples (como responder un correo o elegir un proveedor) le genera niveles de ansiedad insostenibles.
No es un problema del empleado, es un problema de la cultura
Es fundamental entender que, si bien estas condiciones tienen un componente psicológico individual, el entorno laboral actúa como un potente acelerador o, por el contrario, como un antídoto. El síndrome del impostor y la aboulomanía laboral florecen en culturas empresariales tóxicas:
- Culturas de castigo al error: Donde equivocarse se penaliza duramente.
- Culturas de alta competencia interna: Donde se fomenta la comparación constante.
- Culturas de liderazgo autoritario: Donde no hay espacio para la vulnerabilidad o la duda.
La responsabilidad de las empresas es crear "seguridad psicológica": entornos donde los empleados puedan tomar decisiones razonables, equivocarse, aprender del error y pedir ayuda sin miedo a ser humillados o despedidos. Los líderes deben ser formados para detectar estas 5 señales, no para penalizar al empleado, sino para ofrecerle apoyo, redefinir sus objetivos y validar su esfuerzo por encima del resultado perfecto. La solución al impostor y a la aboulomanía laboral no es más presión, sino más humanidad.
Estos fenómenos no son solo un reto de salud mental individual; son un síntoma de culturas empresariales que castigan el error. La solución pasa por fomentar entornos de trabajo con seguridad psicológica, donde la confianza y el apoyo sustituyan al miedo al fracaso.
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