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Los hombres podrían trabajar más años, ocho años más, y las mujeres seis más en comparación con finales de la década de los 70 sin que ello supusiera un deterioro de su salud mayor que el de generaciones anteriores, según un estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El estudio, elaborado por los economistas Laia Bosque-Mercader, José Ignacio Conde-Ruiz, Sergi Jiménez y Judit Vall-Castelló, analiza la capacidad adicional de trabajo de las personas de entre 55 y 69 años en España entre 1977 y 2018 y advierte de la importancia de mejorar la tasa de actividad de las personas sénior ante el envejecimiento progresivo de la población y la pérdida de fuerza laboral que se va a producir.
A lo largo del periodo analizado, la salud de los mayores ha mejorado de forma continuada, tanto en indicadores objetivos (mortalidad, esperanza de vida) como subjetivos (salud autopercibida). Sin embargo, el informe precisa que esta mejora no se ha traducido en un aumento equivalente de la participación laboral en edades avanzadas.
Vivimos más y mejor: la salud permite trabajar más años y alargar la vida laboral
La esperanza de vida saludable ha mejorado significativamente desde finales de los años 70. Así lo indica un estudio europeo que concluye que hoy en día los hombres podrían trabajar más años, hasta ocho años más y las mujeres hasta seis más sin que ello represente un deterioro para su salud. Este cambio se atribuye a diversos factores como una mejor atención médica, condiciones laborales más seguras, alimentación equilibrada y mayor concienciación sobre el autocuidado y el bienestar mental.
A diferencia de décadas anteriores, las personas mayores hoy no solo viven más tiempo, sino que también lo hacen en mejores condiciones físicas y cognitivas. Esta mejora ha abierto el debate sobre la necesidad o conveniencia de revisar la edad de jubilación o fomentar modelos laborales más flexibles que permitan a las personas trabajar más años y seguir activas laboralmente por más tiempo si así lo desean.
Un cambio en el paradigma del envejecimiento laboral
En el pasado, llegar a los 60 o 65 años implicaba una pérdida considerable de capacidades físicas, lo que hacía inviable prolongar la vida laboral. Sin embargo, los indicadores actuales muestran que muchas personas de estas edades gozan de buena salud, especialmente si se han desempeñado en trabajos no excesivamente físicos o si han adoptado hábitos saludables a lo largo de su vida.
Esto ha impulsado una reflexión sobre cómo adaptar el mercado laboral para trabajar más años e integrar mejor a los trabajadores de edad avanzada. Se habla cada vez más de envejecimiento activo, reconociendo el valor de la experiencia acumulada, y de la posibilidad de trabajar a tiempo parcial, con horarios flexibles o en roles de mentoría que no requieran la misma exigencia física o mental.
Además, extender la vida laboral puede tener beneficios económicos tanto para las personas como para los sistemas públicos, al reducir la presión sobre las pensiones y aumentar el número de contribuyentes activos. Eso sí, este modelo debe ir acompañado de políticas que protejan la salud de los trabajadores mayores y garanticen la igualdad de oportunidades.
Desafíos para lograr una vida laboral más larga y saludable
Aunque la tendencia es positiva, no todas las personas mayores están en condiciones de trabajar más años, más allá de la edad tradicional de jubilación. Hay diferencias marcadas según el tipo de trabajo desempeñado, el nivel socioeconómico, el género y la salud previa. Por ejemplo, quienes han realizado trabajos físicos intensos suelen experimentar mayores limitaciones en la vejez.
Por ello, los expertos insisten en que el enfoque sobre trabajar más años no debe ser obligatorio, sino voluntario y adaptado a las condiciones individuales. Es necesario desarrollar políticas laborales inclusivas, incentivos para el empleo senior, programas de reciclaje profesional y entornos de trabajo más accesibles.
Así las cosas, aunque la posibilidad de alargar la vida laboral es real, debe plantearse desde una perspectiva de bienestar, libertad de elección y justicia social. Lo importante no es solo cuántos años más se puede trabajar, sino cómo y en qué condiciones.
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