El 8M aspira a reducir la brecha de género

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07/03/2023 - 09:16
Una mujer con discapacidad trabaja en su casa

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El movimiento feminista volverá a salir este 8M a la palestra enfocado más en darle la vuelta al sistema y reforzar el papel de las mujeres. Nosotras reclamaremos lo que es justo, la estabilización y promoción profesional, la necesidad de programas de conciliación laboral y familiar para ambos sexos y las ganas de revertir la brecha de género en los puestos de responsabilidad y en las carreras científicas técnicas.

Mañana, miércoles 8 de marzo, participaremos en un 8M que tratará de ilustrar también la realidad sepultada de la mujer con discapacidad. Y allí estarán las sanitarias, las docentes, las hosteleras, las pensionista... todas ellas porque el avance en la conquista de derechos deje de ser una aspiración y convertirse en una realidad palpable y efectiva.

La brecha de género es una desigualdad entre hombres y mujeres que se manifiesta en diversas áreas de la vida, como el acceso a la educación, el trabajo, la política y la economía. A pesar de los avances en igualdad de género en las últimas décadas, aún existen importantes desigualdades entre hombres y mujeres en todo el mundo.

Por ejemplo, las mujeres suelen tener menos oportunidades de acceso al mercado laboral y, cuando trabajan, a menudo reciben salarios más bajos que los hombres por el mismo trabajo. Las mujeres también enfrentan mayores niveles de violencia de género y discriminación en áreas como la educación y la política.

A nivel mundial, las mujeres representan una gran proporción de la población pobre y están subrepresentadas en los niveles más altos de liderazgo empresarial y político.

La brecha de género sigue siendo un problema importante y complejo que requiere una atención constante y una acción concertada para abordarlo y superarlo

La brecha de género es un fenómeno complejo que abarca muchas áreas de la sociedad y tiene sus raíces en la desigualdad histórica y la discriminación hacia las mujeres. Una de las razones por las que enfrenta mayores niveles de violencia de género y discriminación en áreas como la educación y la política es porque son áreas en las que las mujeres históricamente han estado subrepresentadas y han tenido que luchar para tener acceso y ser tomadas en cuenta.

En la educación, las mujeres han enfrentado barreras para acceder a una educación de calidad, así como a oportunidades de desarrollo y liderazgo. La discriminación y la violencia de género en la educación pueden tomar muchas formas, desde el acoso sexual hasta la falta de acceso a recursos y oportunidades.

En la política, la falta de representación de las mujeres es un problema histórico que ha llevado a una falta de atención a las necesidades y perspectivas de las mujeres en la toma de decisiones y la política pública. Las mujeres en política a menudo enfrentan discriminación y violencia de género, y pueden ser objeto de acoso y hostigamiento simplemente por el hecho de ser mujeres.

Es necesario abordar estas cuestiones para lograr una sociedad más igualitaria y justa para todos.

La cuarta ola feminista es algo a lo que nos agarramos muchos

Es evidente que hemos avanzado, pero todavía no hemos alcanzado una igualdad real y efectiva en nuestra sociedad, nos enfrentamos diariamente con otros obstáculos más sutiles y menos evidentes. Para superar estas barreras, necesitamos que la sociedad sea consciente, también los hombres.

Acabar con la brecha salarial, aumentar la presencia femenina en puestos de relevancia, reconocer la contribución de la mujer a la sociedad y, por supuesto, acabar con la violencia de género son las grandes reivindicaciones de esta fecha.

Mujeres con discapacidad tienen una tasa de actividad un 37,5 % inferior a la población femenina general

La plena inclusión laboral para las mujeres con discapacidad, pese a los avances, parece una realidad lejana, ya que su tasa de actividad es del 35,3 %. Esta cifra supone 37,5 puntos menos que la de las mujeres sin discapacidad (72,8 %) y 42 puntos menos que la población general (77 %).

Esta es la radiografía que muestran los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2021, y analizados, en declaraciones a Servimedia, por el coordinador de Odismet, Luis Enrique Quifez, con motivo de la celebración este 8M, Día Internacional de la Mujer.

En el conjunto de las personas con discapacidad, la tasa de actividad era en 2021 del 34,6 %, lo que supone 0,3 puntos más que en el año anterior. Esta tasa de actividad era 43,1 puntos inferior a la de la población sin discapacidad. De esta manera, como aspecto positivo, sobresale que la brecha entre las mujeres con y sin discapacidad es más reducida que entre la población general con discapacidad y sin discapacidad.

Además, a diferencia de lo que ocurre en la población general, las mujeres con discapacidad tienen más presencia activa en el mercado laboral que los hombres (35,3 %, frente a 34,2 %). En la población sin discapacidad la tasa de actividad masculina superó a la femenina en casi 10 puntos (82,6 % frente a 72,8 %).

Mientras, la tasa de empleo de los hombres con discapacidad fue 0,5 puntos inferior a la de las mujeres. En cambio, entre la población sin discapacidad la tasa de empleo masculina superó a la femenina en 11,3 puntos. Sin embargo, la tasa de paro de las mujeres con discapacidad fue superior a la de los hombres en un punto. Para las mujeres sin discapacidad fue mayor en 3,8 puntos.

Con respecto a los salarios, dentro del colectivo de la discapacidad la brecha de género es menor que entre quienes no tienen discapacidad. Así, en 2020, el salario de las mujeres con discapacidad fue de 19.237,4 euros de media por trabajadora, mientras que para los hombres fue de 21.995,9. El salario de las mujeres fue, por tanto, un 12,5 % inferior al de los hombres, diferencia menor que en el caso de la población sin discapacidad (19 %).

“Queda bastante por hacer. Hay que romper esos techos de cristal y la brecha de género que llevan a que todavía se contrate poco a personas con discapacidad, incluidas las mujeres, y que, cuando se hace, parezca que estén predestinadas a no ocupar puestos superiores”, apuntó Quifez, que aclaró que la clave pasa, entre otras cosas, por seguir “sensibilizando al tejido productivo”.

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