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Hasta que un recién nacido ha cumplido los primeros seis meses de vida, los pediatras establecen una media de consumo de 100 mililitros de agua por cada kilo de peso. Sin embargo, esta norma no se refiere a que les demos el agua tal cual, sino que pueden cubrirse estas necesidades con el aporte de la leche materna, o bien con los preparados de 'leche de fórmula'.
La creencia de que los bebés necesitan agua igual que los adultos está muy extendida, pero es completamente errónea. Hasta los seis meses de vida, los bebés no deben tomar agua, ya que su organismo aún no está preparado para procesarla de forma adecuada. Durante este tiempo, tanto la leche materna como la leche de fórmula cubren por completo sus necesidades de hidratación, además de aportar todos los nutrientes esenciales para su desarrollo.
El exceso de agua en los lactantes menores de seis meses puede alterar el equilibrio de sales minerales y electrolitos de su organismo, provocando un cuadro llamado intoxicación hídrica. Esta alteración puede derivar en convulsiones, coma e incluso poner en riesgo la vida del bebé. Por eso, la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Española de Pediatría insisten en mantener la lactancia exclusiva, sin ofrecer agua ni otros líquidos, durante los primeros seis meses.
Cuándo empezar a ofrecer agua a los bebés
A partir de los seis meses, cuando los bebés comienzan la alimentación complementaria, se puede introducir progresivamente el consumo de agua. En este momento, su organismo ya tiene la madurez suficiente para asimilar pequeñas cantidades de agua sin problemas. Sin embargo, no hay que olvidar que la leche materna o de fórmula seguirá siendo la principal fuente de hidratación hasta el primer año de vida.
Lo recomendable es ofrecer a los bebés agua en pequeñas cantidades, preferiblemente en vasos o vasos de entrenamiento, para fomentar el desarrollo de habilidades de deglución y reducir el riesgo de caries. Es importante no sustituir tomas de leche por agua, ya que el aporte nutricional de la leche sigue siendo vital para el crecimiento y el desarrollo del bebé durante su primer año.
Consejos para una hidratación infantil segura
Para garantizar una hidratación adecuada y segura, es fundamental seguir las indicaciones de los pediatras. Ofrece agua potable, hervida o embotellada de baja mineralización si la del grifo no es segura. No añadas azúcar ni otros sabores, ya que esto puede generar hábitos poco saludables a futuro.
Vigila la cantidad de agua, sobre todo en climas calurosos, para evitar la deshidratación, pero también para prevenir el exceso de ingesta que pueda sustituir nutrientes de la leche o de los alimentos sólidos. Además, recuerda mantener la lactancia materna a demanda, ya que sigue siendo la mejor fuente de hidratación y nutrición para los bebés menores de un año.
Con estas pautas, ayudarás a tu hijo a crecer fuerte, sano y bien hidratado, sin riesgos innecesarios para su organismo.
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