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Un reciente estudio ha revelado que aproximadamente dos tercios de las cigüeñas blancas en España presentan restos de plástico en sus tractos digestivos, evidenciando el grave impacto que tiene el abandono de residuos en el medio natural sobre la fauna silvestre.
La investigación, liderada por Chabier González, técnico del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca (CRFS) en Zaragoza, fue publicada en la revista científica Ardeola, editada por SEO/BirdLife.
Contaminación plástica en cigüeñas blancas
El análisis se basó en la necropsia de 1.550 cigüeñas blancas fallecidas entre 1997 y 2019. De ellas, 1.045 contenían fragmentos plásticos en su interior, aunque en la mayoría de los casos no se trataba de la causa directa de su muerte.
De los ejemplares afectados, 342 portaban residuos sólidos identificables, y en 142 de ellos se detectaron dos o más tipos de contaminantes. Los residuos más comunes fueron gomas elásticas, halladas en 200 ventrículos, seguidas por restos de silicona, encontrados en 66 aves.
El estudio no solo pone de manifiesto la frecuencia con la que estas aves ingieren plásticos, sino también el peligro que representan los vertederos y la contaminación ambiental para la avifauna. Además, se analizó cómo varía la presencia de estos residuos según la edad de las aves, su tipo de alimentación, la estación del año y las causas de su fallecimiento.
Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de tomar medidas frente a la 'basuraleza', un fenómeno que ya está dejando huella en la biodiversidad española.
Vínculo con alimentación
De acuerdo con los investigadores, la presencia de residuos sólidos en el sistema digestivo de las cigüeñas no mostró variaciones en función de la edad ni del sexo de los ejemplares. Lo que sí quedó demostrado fue la relación directa entre estos residuos y la costumbre de alimentarse en vertederos. También se sospecha que esta conducta podría estar vinculada al consumo frecuente de gomas agrícolas abandonadas en zonas de cultivo.
“El tipo de residuo más comúnmente encontrado fue la goma de embalar (19,1 %), seguida de las tiras de silicona (6,3 %). Estos materiales tienen una gran capacidad para enredarse y atrapar otros elementos, formando bolas compactas que no pueden expulsar mediante regurgitación, su único mecanismo para eliminar materiales no digeribles. Esto se debe a que solo pueden absorber sustancias líquidas o semilíquidas, nunca sólidos, ni siquiera restos como pelos de micromamíferos”, explicó el investigador González.
También se identificaron cuerdas de embutido con grapas metálicas adheridas, mientras que fragmentos de vidrio, papel, tejidos o cerámica se hallaron en proporciones mínimas, normalmente de apenas unos pocos milímetros.
Al analizar por edades, no se observaron diferencias notables en la proporción de aves afectadas, aunque sí en la cantidad de material ingerido: el 8 % de los polluelos en nido tenían grandes cantidades de goma en la molleja, frente al 3,3 % de los ejemplares adultos.
Vertederos y campos de cultivo
Las cigüeñas que se alimentaban en vertederos presentaban con más frecuencia restos digestivos atribuibles a residuos como gomas y otros contaminantes (70,8 %), y un 19,2 % de ellas mostraban altos volúmenes acumulados.
Sin embargo, los residuos como plásticos y siliconas no eran exclusivos de los basureros. El 24 % de las cigüeñas que se alimentaban en áreas agrícolas, así como otro 24 % que comían en zonas húmedas, también tenían gomas en su aparato digestivo.
“No es raro encontrar gomas desechadas en explotaciones agrícolas intensivas, especialmente en ciertas épocas del año, como cuando se sustituyen las gomas que sostienen los frutales o cuando se colocan bolsas protectoras en los melocotones”, aclara González.
Objetos que imitan presas
Los autores del estudio advierten que las gomas de embalar no son los únicos objetos de caucho que pueden causar problemas digestivos. También se han detectado juguetes con formas similares a presas naturales (ranas, peces, serpientes), así como objetos médicos como sondas urinarias, tetinas de biberón e incluso jeringas de gomaespuma para jugar con agua.
“Estos objetos tienen características comunes con la silicona, otro de los materiales más habituales: todos son alargados, flexibles y de textura similar a muchas presas que forman parte de la dieta habitual de la cigüeña blanca”, señala González.
Otro residuo frecuente es la cuerda de embutido con grapas, probablemente ingerida junto con restos de carne. También se han encontrado varillas de bambú puntiagudas, utilizadas en brochetas, que tras ser ingeridas junto con trozos de carne pueden perforar el tracto digestivo y provocar infecciones graves o, en casos extremos, daños en la médula espinal.
Respecto a por qué las cigüeñas confunden estos residuos con alimentos, los expertos explican que estas aves tienden a no ser muy exigentes al elegir presas. Necesitan asegurar que la energía invertida en capturar algo compense el beneficio obtenido. Por ello, seleccionan visualmente lo que parece una presa y comprueban su consistencia con el pico antes de tragarlo rápidamente.
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