Fomentemos un consumo sostenible para reducir el impacto medioambiental

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06/04/2021 - 15:21
Televisores usados en la basura / Imagen de Acciona

Lectura fácil

Cada vez son más evidentes los efectos producidos por el cambio climático y que existe una pérdida de biodiversidad en el planeta que hay que frenar. Sin embargo, entre las amenazas al medio ambiente pocos sitúan el consumo como una de ellas a pesar de que los efectos del consumismo sobre los límites planetarios son ya evidentes y pueden ser fácilmente reversibles.

La ropa que vestimos, la comida que consumimos, el agua embotellada que bebemos y, al fin y al cabo, todas las cosas que utilizamos, se producen con recursos naturales que se extraen de la Tierra y son transformados por el ser humano. Hoy día se extraen y emplean alrededor de un 50 % más de recursos naturales que hace 30 años, lo que se traduce en una media de 60.000 millones de toneladas de materias primas al año, cifra que equivale al peso de 41.000 edificios como el Empire State Building, y podría incrementarse hasta cien mil millones de toneladas para 20301. Todo esto se traduce en consecuencias sociales y ambientales nefastas. La demanda de recursos a nivel internacional está por encima de la capacidad terrestre de renovarse.

Los actuales patrones de consumo nos indican que los españoles necesitaríamos casi 3,5 veces nuestro territorio para satisfacer los recursos naturales que demandamos. Nos enfrentamos a una nueva amenaza: el consumismo. Sin apenas darnos cuenta, nos ha absorbido una sociedad donde prima el usar y tirar.

El consumo en España, un círculo insostenible

La Comisión Europea ha lanzado la campaña de concienciación “Tu futuro. Tu elección”  con el objetivo de empoderar a los consumidores europeos de manera que puedan tomar decisiones más informadas cada vez que realizan una compra. La campaña se divide en cuatro áreas diferenciadas: seguridad en Internet, protección de datos, conocimientos financieros y consumo sostenible.

En el caso concreto del consumo sostenible, la Comisión Europea nos alerta de que todas nuestras acciones producen un impacto.

Cada producto que compramos tiene un coste más allá del precio de compra. Por ejemplo, un teléfono móvil debería durar 232 años para compensar su efecto sobre el medio ambiente; si usamos nuestro portátil, móvil o tablet un año más podríamos reducir las emisiones en cuatro millones de toneladas anuales, lo que supone el mismo efecto que retirar de las calles dos millones de coches.

Podemos utilizar productos tecnológicos más tiempo y repararlos cuando se rompan o comprar artículos de segunda mano: no solo ayudamos a nuestro bolsillo, también a nuestro entorno.

El consumo responsable es posible si pensamos en el impacto de nuestras decisiones

La Unión Europea promueve el consumo sostenible a través del Pacto Verde Europeo, un conjunto de iniciativas políticas de la Comisión Europea que tiene el objetivo general de que Europa sea climáticamente neutra en 2050. También promueve el ahorro energético, el etiquetado energético y requisitos de diseño ecológico.

Es posible cambiar los hábitos de consumo de las personas como consumidoras individuales, es decir, nuestros hábitos diarios y la capacidad de elección que tenemos al seleccionar productos o servicios que son más sostenibles que otros, la forma en que gestionamos el desperdicio que generamos y nuestros hábitos diarios con respecto al uso de energía y el transporte en la ciudad.

Estos cambios de consumo son esenciales para acabar con el impacto ambiental que generan las ciudades. Para esto como ciudadanía, nuestros comportamientos, tanto individual como colectivamente, tienen un impacto en el nivel estructural de la ciudad y políticas públicas, ya que al aumentar la demanda de bienes más sostenibles y servicios, la dinámica de la producción, distribución y venta se transforman y dan paso a nuevas estructuras socioeconómicas que facilitan el acceso a bienes y servicios con menos impacto social y ambiental.

Conocimiento para tomar las mejores decisiones informadas

Uno de los elementos más relevantes observados durante el confinamiento ha sido la reducción de la contaminación, lo que ha motivado a muchos ciudadanos europeos a poner el foco en la sostenibilidad a largo plazo.

Como habitantes de las ciudades donde vivimos podemos tener más información, ser más responsables, más conscientes, con más sentido crítico y solidario. Cuando compramos algo elegimos qué tipo de empresa y modelo queremos potenciar, teniendo en cuenta sus prácticas sociales y ambientales. Nuestro consumo puede ayudar a cambiar las ciudades y el planeta.

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