Una nueva alimentación para España: la dieta climática agroecológica

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12/07/2025 - 11:30
Una dieta climática basada en agroecología nos cuida y cuida del planeta

Lectura fácil

Un reciente estudio realizado por Amigas de la Tierra, en colaboración con el CSIC, ha abierto una puerta de esperanza y transformación en el sistema alimentario español. Según sus conclusiones, si en España se adoptara una dieta climática y saludable, basada en un 99 % de alimentos producidos bajo criterios agroecológicos, no solo sería posible cubrir las necesidades alimentarias de toda la población, sino que además se lograrían importantes beneficios ambientales y sociales.

Vivimos en una época marcada por múltiples crisis: climática, ambiental, económica y social. El sistema alimentario globalizado, altamente industrializado y dependiente de la intensificación, es responsable de cerca del 37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Frente a este panorama, la transición hacia modelos más sostenibles y locales se presenta como una necesidad urgente.

La “Guía Dieta Climática”

La “Guía Dieta Climática, análisis para una dieta saludable basada en alimentos agroecológicos” plantea un menú adaptado al contexto español, que cumple tanto con los límites planetarios como con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión EAT-Lancet.

Esta dieta, inspirada en la tradición mediterránea y adaptada a las directrices de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), demuestra que España tiene la capacidad de producir la variedad y cantidad de alimentos necesarios para toda su población, utilizando prácticas agroecológicas.

Uno de los datos más impactantes del estudio de la dieta climática es la reducción del 125 % en las emisiones de gases de efecto invernadero que se lograría con la transición agroecológica, gracias a la creación de nuevos sumideros de carbono. Esta cifra equivale al CO2 emitido por 34 millones de coches cada año. Además, el uso de la tierra se reduciría en un 34 %, liberando una superficie equivalente a la de Letonia.

Cambios en la dieta

La Dieta Climática propuesta requiere un cambio significativo en los hábitos alimentarios españoles:

  • Triplicar el consumo de legumbres.
  • Duplicar la ingesta de verduras.
  • Reducir a la mitad el consumo de azúcar.
  • Disminuir el consumo de carne en un 75%, proponiendo solo tres raciones semanales.

Aunque la producción agroecológica permitiría una ración diaria de carne, por salud se recomienda limitarla, alineándose con las recomendaciones nutricionales actuales.

Adoptar esta dieta climática supondría mejoras notables en la salud pública. Se incrementaría la ingesta de fibra, vitaminas A y C, hierro, magnesio y antioxidantes, y se reduciría la exposición a contaminantes como el cadmio. Además, el patrón alimentario se acercaría mucho más a las ingestas diarias recomendadas de nutrientes, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas.

Transformación social y económica

La transición agroecológica no solo beneficiaría al medio ambiente y la salud. Según el informe, se podrían crear más de 400.000 empleos en el sector primario, contribuyendo a la revitalización de la España rural y ayudando a fijar población en zonas despobladas. Además, este modelo contribuiría a restaurar los ecosistemas y a mitigar los impactos negativos que el sistema agroalimentario actual tiene en los países del Sur global.

Andrés Muñoz, responsable de Soberanía Alimentaria de Amigas de la Tierra, subraya la importancia de que las políticas públicas impulsen esta transformación. “Hemos comprobado que nuestro territorio cuenta con recursos suficientes, y que sería una transformación muy beneficiosa para los ecosistemas y para la población. Ahora lo que la sociedad espera es que las instituciones se pongan a trabajar en esta línea”, afirma.

El estudio demuestra que una dieta climática saludable, sostenible y agroecológica no solo es posible en España, sino que traería consigo enormes beneficios ambientales, sociales y de salud. La transición hacia este modelo depende ahora de la voluntad política y del compromiso de toda la sociedad para hacer realidad una alimentación que cuide tanto de las personas como del planeta.

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