Crece el apoyo a la energía nuclear en España: dos tercios quieren alargar su vida útil

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27/08/2025 - 16:00
Central nuclear

Lectura fácil

Un cambio sísmico está teniendo lugar en la percepción social sobre una de las fuentes de energía más controvertidas de la historia. La energía nuclear en España, durante décadas asociada al riesgo y al rechazo de una parte significativa de la población, está viviendo un inesperado renacer en el debate público. Según los últimos datos del Real Instituto Elcano, la opinión de los ciudadanos ha dado un vuelco espectacular: dos tercios (un 66 %) de los españoles apoyan ahora la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares en funcionamiento.

Esta cifra no es una variación menor; representa un aumento de 23 puntos porcentuales en solo un año, pasando del 43 % de respaldo en 2023 al 66 % actual. Este giro, lejos de ser un capricho demoscópico, es el síntoma de una profunda transformación en las prioridades de la sociedad, impulsada por un cóctel de incertidumbre energética, crisis climática y un pragmatismo creciente.

Las causas del cambio: del miedo a la necesidad

Durante años, el debate sobre la energía nuclear estuvo dominado por el miedo a la seguridad, con los fantasmas de Chernóbil y Fukushima planeando sobre cualquier discusión. Sin embargo, en el último lustro, han irrumpido nuevas preocupaciones que han reconfigurado por completo el tablero de juego.

  • La crisis energética y la volatilidad de precios: La crisis derivada de la guerra de Ucrania y la posterior escalada de los precios del gas y la electricidad hicieron que los ciudadanos tomaran conciencia, de forma muy directa, de la vulnerabilidad de nuestro sistema energético. La dependencia de los combustibles fósiles importados de terceros países se reveló como un riesgo no solo económico, sino también geopolítico. En este contexto, la energía nuclear, que produce electricidad de forma constante y autóctona, empezó a ser percibida como un pilar de estabilidad y soberanía energética.
  • La urgencia de la crisis climática: A medida que los efectos del cambio climático se hacen más evidentes, con olas de calor y sequías cada vez más extremas, la prioridad de la descarbonización ha ganado un peso inmenso. La energía nuclear tiene una ventaja imbatible en este campo: es la única fuente de energía capaz de producir electricidad de forma masiva y gestionable sin emitir gases de efecto invernadero. Para muchos ciudadanos, especialmente los más jóvenes y con mayor formación científica, este factor la ha convertido en una aliada necesaria en la transición ecológica.
  • Los desafíos de las renovables: Aunque la apuesta por las energías renovables como la solar y la eólica es indiscutible, su carácter intermitente (no producen de noche o cuando no hay viento) genera desafíos de estabilidad para la red eléctrica. La energía nuclear, al funcionar de forma ininterrumpida las 24 horas del día, se presenta como el respaldo perfecto para garantizar el suministro mientras se desarrollan las tecnologías de almacenamiento a gran escala.

El debate reabierto: ¿tiene sentido cerrar las centrales?

Este cambio en la opinión pública choca frontalmente con la hoja de ruta energética actual del Gobierno. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) contempla el cierre escalonado de las siete centrales nucleares activas en España entre 2027 y 2035. Este calendario, pactado en su día con las empresas eléctricas, parecía inamovible. Ahora, sin embargo, voces del mundo de la ingeniería, la economía y una mayoría social cada vez más amplia cuestionan si desmantelar una fuente de energía que produce más del 20 % de la electricidad del país sin emitir CO₂ es la decisión más inteligente.

Los defensores de prolongar su vida útil argumentan que las centrales españolas han demostrado unos niveles de seguridad excelentes, supervisados por el riguroso Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), y que están técnicamente preparadas para operar más allá de su fecha de cierre prevista, siguiendo el ejemplo de países como Estados Unidos o Francia. Sostienen que cerrar las centrales para sustituir su producción con ciclos combinados de gas (que emiten CO₂) sería un paso atrás en la lucha climática.

Por otro lado, los detractores de la nuclear mantienen sus argumentos históricos: la preocupación por la gestión a largo plazo de los residuos radiactivos y el riesgo, por remoto que sea, de un accidente grave. Abogan por una transición 100% renovable, acelerando la inversión en almacenamiento y en la gestión de la demanda.

Una nueva narrativa con el pragmatismo frente a ideología

Lo que el sondeo del Instituto Elcano evidencia es un cambio de mentalidad, una transición del rechazo casi ideológico a una visión mucho más pragmática. La sociedad parece estar diciendo a sus líderes políticos que, ante la magnitud de los desafíos energéticos y climáticos, no podemos permitirnos el lujo de descartar una tecnología que funciona y que no emite carbono.

El futuro de la energía nuclear en España está, por tanto, más abierto que nunca. La presión social para, como mínimo, reevaluar el calendario de cierre es cada vez mayor. La decisión final será política, pero deberá tener en cuenta que la percepción de la ciudadanía ha evolucionado, primando la estabilidad y la descarbonización por encima de miedos pasados. El debate sobre el papel de la energía nuclear en el mix energético del futuro ha vuelto, y esta vez lo ha hecho para quedarse.

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