Intolerancia a la lactosa y lácteos: ¿Por qué pueden causar pesadillas y mal dormir?

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
17/09/2025 - 14:00
Diferentes tipos de queso...¿Diferentes pesadillas?

Lectura fácil

El eterno debate sobre si lo que comemos antes de dormir afecta o no la calidad de nuestro descanso ha sumado un nuevo capítulo, y esta vez con evidencia concreta. Un grupo de científicos de Canadá ha encontrado una conexión significativa entre el consumo de lácteos, principalmente queso, y la aparición de pesadillas, especialmente en personas con intolerancia a la lactosa.

La investigación, publicada en la revista Frontiers in Psychology, fue dirigida por el doctor Tore Nielsen, de la Universidad de Montreal, y se basó en un estudio realizado con 1.082 estudiantes de la Universidad MacEwan. Los resultados revelan una estrecha relación entre los trastornos del sueño, los sueños negativos y ciertos hábitos alimenticios, en particular, la ingesta de lácteos.

El equipo de investigadores entrevistó a más de mil estudiantes universitarios para evaluar distintos aspectos de su salud mental y física. Las encuestas se enfocaron en la calidad del sueño, el contenido de los sueños (incluidas las pesadillas), los hábitos alimentarios y las posibles asociaciones que los propios participantes identificaban entre su alimentación y su descanso.

Lo que encontraron sorprendió incluso a los expertos: aproximadamente un tercio de los encuestados admitió sufrir pesadillas de forma frecuente, y el vínculo con ciertas intolerancias alimentarias, especialmente la intolerancia a la lactosa, fue claro.

Intolerancia a la lactosa y pesadillas: una conexión poco explorada

Las personas con intolerancia a la lactosa reportaron una mayor frecuencia de pesadillas y también una peor calidad general del sueño. Según los autores del estudio, esto podría deberse a los síntomas gastrointestinales que provoca el consumo de lácteos en quienes no los toleran bien. Dolor de estómago, gases o inflamación durante la noche pueden interrumpir el sueño o incluso influir en el contenido de los sueños, haciéndolos más inquietantes.

"Las pesadillas son peores para las personas con intolerancia a la lactosa que sufren síntomas gastrointestinales graves y cuyo sueño se ve interrumpido", explicó Nielsen, quien añadió que estos hallazgos podrían explicar por qué muchas personas culpan a los lácteos de tener sueños extraños o perturbadores.

Mujeres, dulces y comidas picantes: otros factores relevantes

El estudio también encontró que las mujeres eran más propensas que los hombres a recordar sus sueños, reportar una peor calidad del sueño y experimentar pesadillas. Además, cerca del 40 % de los participantes consideraba que comer ciertos alimentos, o simplemente comer tarde, influía negativamente en su descanso.

Entre los alimentos más frecuentemente señalados como culpables del mal sueño se encuentran los dulces, las comidas picantes y, nuevamente, los lácteos. Un 25 % de los encuestados opinaba que ciertos alimentos empeoraban directamente su calidad de sueño, y aunque solo un 5,5 % afirmó que lo que comía influía en la intensidad o contenido de sus sueños, la mayoría de este pequeño grupo identificó a los dulces y productos lácteos como los principales responsables de sueños perturbadores o extraños.

¿La dieta como herramienta para mejorar el descanso?

Los investigadores creen que estos hallazgos podrían abrir la puerta a nuevas formas de abordar los problemas de sueño, especialmente en personas con sensibilidades alimentarias conocidas. “Cambiar los hábitos alimenticios podría aliviar las pesadillas en personas con intolerancia a la lactosa u otras alergias alimentarias”, aseguró Nielsen.

Aunque durante años se ha especulado con que la alimentación influye en la calidad del sueño, hasta ahora existía muy poca evidencia científica que lo confirmara. Este estudio aporta datos que podrían cambiar esa percepción y animar a realizar más investigaciones al respecto.

Próximos pasos: ampliar la muestra

El equipo de Nielsen es consciente de las limitaciones del estudio, ya que los participantes pertenecen a un grupo demográfico muy concreto: estudiantes universitarios jóvenes. Por ello, plantean la necesidad de repetir la investigación con personas de diferentes edades, contextos sociales y patrones alimenticios para comprobar si los resultados son aplicables a una población más amplia.

“Necesitamos estudiar a más personas de diferentes ámbitos para determinar si nuestros resultados son realmente generalizables”, concluyó el investigador principal.

Añadir nuevo comentario