Depresión y ansiedad en jóvenes: el fin de la 'curva de la felicidad'

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
13/10/2025 - 07:58
Grupo de jóvenes

Lectura fácil

Durante décadas, los sociólogos y economistas han descrito la trayectoria de la felicidad a lo largo de la vida con una simple y reconocible figura: una curva en forma de U. La teoría era consistente a nivel global: somos más felices en la juventud, experimentamos un declive en la mediana edad —con las presiones del trabajo y la familia— para, finalmente, remontar y alcanzar un nuevo pico de bienestar en la vejez. Era un patrón tan establecido que se daba por sentado. Ahora, ese patrón se ha hecho añicos. El último Informe Mundial de la Felicidad ha encendido todas las alarmas al revelar un cambio de paradigma histórico y preocupante: la curva se ha invertido. Por primera vez, los jóvenes son el grupo de edad más infeliz.

Esta no es una simple fluctuación estadística; es la constatación de una profunda crisis de salud mental que afecta a la Generación Z y a los millennials más jóvenes. La depresión, la ansiedad y el estrés se han convertido en la banda sonora de una generación que, a pesar de estar más conectada y tener acceso a más información que nunca, se siente profundamente sola, precaria y sin un horizonte claro.

La 'curva de la felicidad' invertida: un cambio sin precedentes

La tradicional curva en U nos decía que un joven de 20 años y un jubilado de 70 compartían niveles similares de satisfacción vital. El informe de 2025, que analiza datos de 140 países, muestra que esta realidad ha saltado por los aires, especialmente en las democracias occidentales como España.

Ahora, la línea de la felicidad es descendente. Los niveles de bienestar son más altos en las generaciones mayores y caen en picado a medida que se desciende en la pirámide de edad. Los adolescentes y los jóvenes de entre 15 y 24 años reportan hoy, de media, una menor satisfacción con su vida que sus padres o incluso sus abuelos. ¿Qué ha ocurrido para que la etapa vital que antes se asociaba con la esperanza y las oportunidades se haya convertido en un pozo de angustia?

Las causas de la infelicidad juvenil

La crisis de salud mental de los jóvenes no responde a una única causa, sino a una confluencia de factores económicos, sociales y tecnológicos que han creado una tormenta perfecta.

  • Precariedad económica y existencial: La generación actual es la primera en mucho tiempo que vive con la certeza de que, probablemente, vivirá peor que sus padres. Se enfrentan a un mercado laboral marcado por la temporalidad y los bajos salarios, a un acceso a la vivienda que es una utopía y a una sensación de inestabilidad permanente. La incapacidad para planificar un futuro (emanciparse, formar una familia) genera una profunda ansiedad.
  • La tiranía de las redes sociales: Los jóvenes han crecido en un escaparate digital constante. Las redes sociales como Instagram o TikTok fomentan una cultura de la comparación perpetua con vidas idealizadas y filtradas, lo que erosiona la autoestima. El miedo a quedarse fuera (FOMO - Fear Of Missing Out), la presión por proyectar una imagen de éxito y felicidad constantes y el ciberacoso son factores de estrés que las generaciones anteriores no conocieron.
  • La epidemia de la soledad: Paradójicamente, la generación más conectada digitalmente es la que reporta mayores niveles de soledad. Las interacciones online, a menudo superficiales, han ido sustituyendo a las relaciones cara a cara, más profundas y significativas. Esta falta de una red de apoyo real y tangible es un caldo de cultivo perfecto para la depresión.
  • Ansiedad climática y global: Crecer bajo la sombra constante de la crisis climática, la inestabilidad geopolítica y una sucesión de crisis globales (financiera, sanitaria) ha generado una sensación de pesimismo existencial. Sienten que han heredado un mundo roto y que su capacidad de acción es limitada.

Las consecuencias de una generación herida

El deterioro de la salud mental de los jóvenes no es un problema individual, es una emergencia de salud pública con consecuencias a largo plazo para toda la sociedad.

Implica una mayor presión sobre un sistema sanitario que ya está desbordado y que carece de suficientes recursos en psicología y psiquiatría. A nivel económico, una generación lastrada por la ansiedad y la depresión es una generación menos productiva e innovadora. Y a nivel social, es el síntoma de una fractura en el contrato intergeneracional.

Afrontar esta crisis requiere un cambio de enfoque radical. No basta con recetar ansiolíticos o recomendar mindfulness. Se necesitan soluciones estructurales: políticas valientes que combatan la precariedad laboral y faciliten el acceso a la vivienda, una regulación de las redes sociales que proteja a los menores, y una inversión masiva en la sanidad pública para garantizar que cualquier joven que pida ayuda psicológica la reciba a tiempo y con la calidad que merece. La felicidad de nuestros jóvenes no es un asunto privado; es el mejor indicador de la salud de nuestro futuro.

Añadir nuevo comentario