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La carrera de un atleta de élite es una lucha constante por la superación. Pero para la judoca paralímpica mexicana Lenia Ruvalcaba, una de las deportistas más laureadas del país, la batalla más dura no ha sido sobre el tatami, sino en los despachos. Tras alcanzar la gloria con la medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, la atleta se encontró con un muro inesperado: un veto por parte de la Federación Mexicana de Deportes para Ciegos y Débiles Visuales (FMDCDV) que la apartó de la competición.
Este conflicto, que estalló a finales de 2022, es el reflejo de una tensión recurrente en el deporte de alto rendimiento: el choque entre la necesidad de preparación de un atleta y la rigidez, y a veces la inacción, de las estructuras federativas.
El motivo oficial: un campamento de entrenamiento no autorizado
La justificación formal de la FMDCDV para sancionar a Lenia Ruvalcaba fue el incumplimiento del reglamento interno. La federación argumentó que la judoca había participado en un campamento de entrenamiento de alto nivel en Brasil sin haber recibido la autorización oficial del organismo. Según la versión federativa, esta participación contravenía las normas establecidas, lo que ameritaba la sanción.
Esta decisión la dejó fuera de competiciones cruciales para el ciclo paralímpico, como el Campeonato Panamericano, poniendo en grave riesgo su posibilidad de clasificar para los Juegos de París 2024 y defender su título.
La versión de la atleta, una denuncia por falta de apoyo
La respuesta de Lenia Ruvalcaba no se hizo esperar y pintó un panorama completamente diferente. La atleta denunció públicamente que el veto era la culminación de una larga historia de falta de apoyo y de conflictos con la dirección de la federación.
Según su testimonio, la FMDCDV no estaba proporcionando los recursos ni organizando los campamentos de preparación ("fogueo") necesarios para que ella y otros atletas pudieran mantenerse en la élite mundial. Ante esta inacción, Lenia Ruvalcaba argumentó que se vio obligada a buscar por sus propios medios las oportunidades de entrenamiento que su federación no le facilitaba. El viaje a Brasil, por tanto, no fue un acto de rebeldía, sino una necesidad imperiosa para poder seguir compitiendo al más alto nivel.
"Si la federación no me da las herramientas, tengo que buscarlas yo", llegó a afirmar, denunciando que la sanción era una represalia por su actitud crítica y su exigencia constante de mejores condiciones para los deportistas.
Un conflicto que trasciende lo deportivo
El caso de Lenia Ruvalcaba va más allá de una simple disputa reglamentaria. Pone sobre la mesa un debate profundo sobre la estructura del deporte adaptado en México y la relación entre los atletas y los organismos que deberían apoyarlos.
La historia de Lenia Ruvalcaba es la de muchos otros deportistas que, tras alcanzar el éxito, se encuentran con que las medallas no siempre se traducen en un apoyo estructural sólido para el siguiente ciclo de competición. La falta de recursos, la burocracia y los conflictos personales con los directivos pueden convertirse en obstáculos tan grandes o más que los propios rivales.
El veto a una campeona paralímpica como Lenia Ruvalcaba es un síntoma de un problema mayor. Es un recordatorio de que el verdadero reto para muchos atletas no es solo ganar en la arena internacional, sino también luchar en casa por el derecho a una preparación digna de su talento.
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