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El tabaquismo pasivo en la infancia deja huella en los hijos: riesgos pulmonares que duran toda la vida

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05/09/2025 - 09:23
Ejemplo de tabaquismo pasivo en la infancia

Lectura fácil

Respirar humo de tabaco sin ser fumador, es decir, el tabaquismo pasivo, no solo afecta a quienes lo sufren directamente, sino que también puede dejar huellas en las generaciones futuras.

Un estudio publicado en la revista Thorax advierte que la exposición pasiva al humo del tabaco durante la infancia de los padres podría tener consecuencias en la salud pulmonar de sus hijos, incluso décadas después.

Tabaquismo pasivo: un efecto intergeneracional

El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Melbourne, señala que los hijos de quienes estuvieron expuestos al tabaquismo pasivo en sus primeros años de vida presentan un mayor riesgo de desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Este hallazgo introduce un matiz preocupante: no basta con analizar los hábitos de los padres en la adultez, sino que su propia infancia puede condicionar la salud de la descendencia.

El estudio pone el foco en una etapa clave: la prepubertad. Según los investigadores, si los hijos de esos padres expuestos al tabaquismo pasivo en la niñez también se convirtieron en fumadores pasivos antes de la adolescencia, las probabilidades de daño pulmonar a largo plazo aumentan de forma significativa.

Los autores destacan que sus resultados son “novedosos” porque demuestran que la asociación adversa no se limita al tabaquismo activo, sino que también involucra la exposición pasiva a edades tempranas y cómo esta condiciona el funcionamiento de los pulmones en la mediana edad.

La investigación recuerda que se trata de un estudio observacional, es decir, no establece causa y efecto de manera definitiva, pero aun así sus hallazgos son relevantes para la salud pública. Los efectos se han observado en individuos evaluados hasta los 53 años, lo que indica que la afectación respiratoria puede prolongarse durante décadas.

En estudios anteriores ya se había señalado una relación entre el tabaquismo pasivo en la infancia de los padres y un mayor riesgo de asma en los hijos a los 7 años. Sin embargo, no estaba claro si ese deterioro podía extenderse más allá de la niñez. La nueva investigación responde a esa incógnita.

Más de 8.000 participantes y décadas de seguimiento

Para obtener estas conclusiones, los investigadores recurrieron a los datos del Estudio Longitudinal de Salud de Tasmania (TAHS), que comenzó con más de 8.000 niños. A lo largo de los años se realizaron pruebas de función pulmonar, encuestas sobre hábitos de salud y cuestionarios médicos tanto a los participantes como a sus padres.

En 2010, de los 7.243 padres que seguían vivos y localizados, más de 5.000 respondieron una encuesta sobre si sus propios padres habían fumado cuando ellos eran pequeños, antes de los 15 años. Finalmente, el análisis principal incluyó a 890 parejas de padres e hijos con información completa sobre la exposición temprana al humo y los resultados de salud respiratoria de los hijos hasta la mediana edad.

Los datos obtenidos sobre los efectos del tabaquismo pasivo son contundentes:

  • Cerca del 69 % de los padres habían estado expuestos al tabaquismo pasivo en su infancia.
  • Entre sus hijos, la cifra de exposición también fue elevada: 56,5 %.
  • La mitad de esos hijos llegó a ser fumador activo en la mediana edad.
  • Más del 5 % de ellos desarrolló EPOC, una enfermedad que limita gravemente la calidad de vida.

Estos resultados reflejan un problema persistente que trasciende generaciones.

Los investigadores explican que la etapa anterior a la pubertad es especialmente sensible porque el organismo está en pleno desarrollo.

En esos años, la exposición a sustancias tóxicas como el humo del tabaco puede alterar la expresión de ciertos genes y modificar los mecanismos de reparación celular. Esos cambios, además de afectar al individuo, podrían transmitirse a la descendencia.

Una llamada de atención para la salud pública

La relevancia de este trabajo radica en la magnitud de la exposición: alrededor del 63 % de los adolescentes está en contacto con humo de tabaco de manera pasiva, frente a solo un 7 % que fuma activamente. Esto significa que la mayoría de los riesgos asociados al tabaco en jóvenes provienen de la exposición involuntaria.

Los autores concluyen que, aunque los daños ya están en marcha, aún es posible reducir riesgos. Los padres que fueron fumadores pasivos en la infancia pueden proteger a sus hijos y nietos evitando someterlos al tabaquismo pasivo y promoviendo entornos libres de humo.

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