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El vending saludable está experimentando un impulso decisivo en España de la mano del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que ha fijado el objetivo de que al menos el 80 % de los productos disponibles en las máquinas expendedoras sean nutritivos y cumplan con criterios de alimentación equilibrada.
Esta transformación apunta a convertir lo que hasta hace poco era un entorno asociado a snacks ultraprocesados y bebidas azucaradas en un espacio que promueva elecciones responsables y beneficiosas para la salud.
La estrategia, que forma parte de un Real Decreto actualmente en tramitación, persigue un cambio estructural en la oferta alimentaria de hospitales, residencias y otros centros públicos, pero también se espera que actúe como modelo para el resto de máquinas de vending situadas en lugares de uso común o privado.
Un nuevo estándar nutricional en hospitales y residencias para las máquinas de vending
El ministro Pablo Bustinduy anunció que el Real Decreto de alimentación saludable en hospitales y residencias de mayores incluirá por primera vez la regulación específica de las máquinas expendedoras, garantizando que ocho de cada diez productos ofertados sean saludables según los baremos oficiales.
Esta disposición será de aplicación tanto en centros públicos como privados y alcanzará también a centros de salud, centros de día o instalaciones sociosanitarias. La medida no solo busca favorecer la salud nutricional de pacientes, residentes y visitantes, sino también reforzar el papel ejemplar del sistema público en la promoción de hábitos de vida saludables.
De acuerdo con los datos del Observatorio Sectorial DBK de Informa, en España existen actualmente más de 390.000 máquinas vending de alimentos y bebidas. Aunque su oferta ha mejorado en los últimos años, las autoridades consideran que todavía persiste una presencia excesiva de productos ultraprocesados.
Los cambios propuestos pretenden asegurar que el vending saludable se convierta en un estándar nacional, con una presencia mayoritaria de opciones como agua, leche, frutos secos sin freír ni exceso de sal, frutas frescas, panes y sándwiches integrales o yogures sin azúcar.
Transformar la oferta: menos ultraprocesados, más alimentos naturales
El objetivo central del nuevo Real Decreto es reducir el peso de los productos ultraprocesados y aumentar la disponibilidad de alimentos de calidad nutricional contrastada. Así, el 80 % de la oferta deberá corresponder a alimentos bajos en azúcares añadidos, grasas saturadas y sal, y con aportes significativos de fibra, proteínas y vitaminas. Entre los productos priorizados estarán las barritas de cereal integrales, bebidas sin azúcar, lácteos bajos en grasa, frutas deshidratadas y opciones veganas equilibradas.
Consumo también limitará la colocación de snacks y bebidas azucaradas dentro de las máquinas expendedoras, de modo que no sean los productos más visibles ni fácilmente accesibles. Las bebidas calientes, por su parte, deberán dispensarse sin azúcar añadido por defecto, permitiendo que el usuario incorpore un máximo opcional de cinco gramos. Otro elemento importante será la promoción del consumo de agua, con la instalación de fuentes de agua potable gratuitas, claramente señalizadas, en todos los espacios cubiertos por la normativa.
Además, el texto normativo contempla la prohibición de la venta de bollería industrial, bebidas energéticas y refrescos azucarados en el entorno educativo, medida ya avanzada en el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles, aprobado en abril de 2025, y busca armonizar los criterios de consumo saludable en todos los ámbitos públicos, desde colegios hasta hospitales.
El nuevo decreto se está elaborando con el apoyo técnico del Ministerio de Sanidad y de instituciones científicas como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). La norma toma como referencia las recomendaciones de organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que establecen límites claros para el consumo de grasas, azúcares y sal.
El texto normativo prevé que los productos incluidos en las máquinas de vending no superen las 200 kilocalorías por porción. Asimismo, solo se permitirá que un máximo del 35% de las calorías proceda de las grasas (7,8 gramos por ración) y el 11% de las calorías de las grasas saturadas (2,2 gramos por ración). En cuanto a los azúcares añadidos, el límite se fijará en 5 gramos por porción, y la sal no podrá superar 0,5 gramos.
Estas proporciones, alineadas con los estándares internacionales, buscan asegurar que los alimentos comercializados en espacios públicos no contribuyan a la epidemia de obesidad infantil y enfermedades metabólicas, que preocupa a las autoridades sanitarias.
Respuesta a una preocupación social y científica
Durante la presentación del proyecto, Bustinduy destacó que el decreto responde tanto a una demanda ciudadana como a los llamamientos de la comunidad científica para frenar el avance de la alimentación ultraprocesada.
“El derecho a comer bien no debe ser un privilegio, sino una garantía en todos los espacios públicos”, afirmó el ministro, subrayando que la alimentación es también una dimensión social y cultural que debe estar protegida por las políticas públicas.
Organismos como la OMS y UNICEF han alertado de que esta expansión global constituye una amenaza sistémica para la salud y la equidad, especialmente entre la población infantil, e instan a los gobiernos a implementar regulaciones más estrictas en entornos clave como escuelas y hospitales.
Un cambio estructural hacia entornos más saludables
La futura normativa incluye también campañas informativas, mejoras en el etiquetado nutricional y auditorías periódicas de cumplimiento para verificar que el 80 % de los productos ofertados cumplen con los nuevos criterios. El Ministerio de Consumo considera que estas acciones ayudarán a consolidar un modelo alimentario más seguro, justo y sostenible, además de reducir el impacto de los ultraprocesados en la dieta diaria.
En suma, el vending saludable no se limita a una operación de sustitución de productos, sino que representa un cambio cultural hacia modos de consumo más conscientes. Con este impulso, Consumo pretende redefinir los espacios de alimentación rápida como lugares compatibles con una nutrición responsable, reforzando el papel de las políticas públicas en la construcción de hábitos de vida saludables y sostenibles.
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