Quince años de control biológico del topillo en Castilla y León

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12/02/2025 - 08:24
Mochuelo con pollos en una caja nido con despensa de topillos

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En 2025, el Grupo para la Rehabilitación de la Fauna y su Hábitat (Grefa) celebra quince años de labor enfocada en la regulación natural del topillo campesino en Castilla y León. Desde su inicio en 2009, el control biológico ha sido un modelo de gestión integrada de plagas agrícolas en España, contando con el respaldo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

El proyecto de control biológico ha revolucionado el control de plagas al centrarse en los servicios que prestan las aves rapaces como depredadores naturales. A través de la instalación de cajas nido y refugios, se ha promovido la reproducción y asentamiento de especies que se alimentan del topillo, reduciendo de manera efectiva su población y el impacto en los cultivos.

Control biológico del topillo: Una estrategia basada en la naturaleza

El método de Grefa con el control biológico se basa en una estrategia sostenible: fomentar la presencia de cernícalos, lechuzas y mochuelos mediante la colocación de un millar de cajas nido en diez zonas clave de Castilla y León. Esta región ha sufrido históricamente los estragos de la sobrepoblación del topillo campesino, cuyo ciclo demográfico le permite alcanzar densidades extremadamente altas en cortos periodos de tiempo.

El topillo representa una amenaza para diversos cultivos, desde forrajes como la alfalfa hasta frutales y viñedos, generando pérdidas prolongadas en el sector agrícola. Gracias a la acción conjunta entre administraciones y organizaciones conservacionistas, con el control biológico se ha avanzado en una solución ecológica que combina la protección ambiental con la productividad agraria.

Entre 2022 y 2024, el proyecto ha logrado avances significativos. En el último año, la ocupación promedio de las cajas nido alcanzó el 71,8 %, superando registros previos. Un ejemplo destacado se encuentra en Escobar de Campos (León), donde la lechuza común ha demostrado una productividad excepcional, incluso por encima del cernícalo vulgar.

El ámbito del proyecto también ha crecido con la incorporación de nuevas zonas de estudio en la provincia de León, reforzando su alcance ecológico. La alta ocupación de las cajas nido en estas áreas resalta la eficacia del método y su potencial de replicación en otras regiones afectadas por plagas similares.

Un modelo en evolución

El monitoreo con dispositivos GPS y el análisis de egagrópilas han sido herramientas clave para entender las relaciones entre depredadores y presas. Estos datos han permitido una gestión adaptativa, optimizando el impacto del proyecto.

A pesar de los éxitos alcanzados, los expertos advierten que el control biológico debe complementarse con otras estrategias, como la diversificación del paisaje agrícola y prácticas agroambientales más integradas.

Según Fernando Garcés, secretario general de Grefa, el objetivo a largo plazo es consolidar un modelo que combine la conservación de la biodiversidad con la sostenibilidad económica de las explotaciones agrarias. El control biológico es un enfoque que refuerza la importancia del trabajo conjunto entre administraciones y entidades conservacionistas para lograr un equilibrio entre la productividad del sector agrícola y la protección del medioambiente. La experiencia de estos quince años demuestra que la naturaleza, cuando se gestiona adecuadamente, puede ser la mejor aliada en la lucha contra las plagas agrícolas.

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