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La Franja de Gaza vive una de sus crisis más graves en materia de salud pública. A los ya devastadores efectos de los bombardeos israelíes contra hospitales, centros de asistencia y civiles que esperan ayuda humanitaria, se suma en los últimos meses la irrupción de una enfermedad poco frecuente y altamente peligrosa: el síndrome de Guillain-Barré (SGB).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde junio se han confirmado 85 casos en el enclave palestino, entre ellos tres muertes, todas vinculadas a las condiciones de extrema precariedad, la falta de medicamentos y la crisis alimentaria que sacude a la población.
Síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad rara que afecta a los más vulnerables
El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno neurológico poco común que aparece cuando el sistema inmunitario ataca por error al sistema nervioso periférico. Este proceso provoca debilidad muscular progresiva, pérdida de sensibilidad en las extremidades y dificultades para hablar, tragar o incluso respirar.
Aunque puede afectar a cualquier persona, organismos sanitarios advierten que los recién nacidos, los menores con patologías previas, los ancianos y las personas con discapacidad presentan mayor riesgo de desarrollar las formas más graves de esta condición. La OMS detalla que el 30% de los pacientes requieren cuidados intensivos.
El origen concreto del SGB aún no se comprende del todo, pero en la mayoría de los casos se asocia a infecciones bacterianas o virales, entre ellas la provocada por Campylobacter jejuni, una bacteria que causa gastroenteritis y que suele transmitirse a través del consumo de agua y alimentos contaminados.
Gaza, un entorno que potencia el contagio
La Franja vive desde hace meses una crisis humanitaria sin precedentes, con un sistema sanitario colapsado y una infraestructura al borde del derrumbe por la falta de recursos, medicinas, alimentos y agua potable. La hambruna y la contaminación del agua han creado un terreno fértil para que se multipliquen brotes infecciosos.
Según el doctor Ayman Abu Rahma, jefe de Medicina Preventiva del Ministerio de Salud de Gaza, los actuales brotes de síndrome de Guillain-Barré son la consecuencia directa del deterioro ambiental y sanitario. “El colapso de los servicios y el continuo bloqueo han multiplicado los riesgos. La mala alimentación y el agua contaminada son los principales factores que alimentan esta epidemia silenciosa”, indicó el experto.
La tragedia detrás de las cifras se refleja en historias personales. Uno de los casos más dramáticos es el de Waleed Ghalibeh, ingresado en el hospital Al Aqsa, en la localidad de Deir al-Balah, al sur de Gaza.
Su madre, Nujood Abu Ghalibeh, relata que los primeros síntomas fueron la pérdida de movilidad en las piernas, seguida de la incapacidad para hablar y, más tarde, para respirar sin asistencia. Waleed permaneció 17 días en cuidados intensivos conectado a un respirador. Actualmente puede mover algunos miembros, pero depende de tubos para alimentarse y el diagnóstico es desalentador, ya que Gaza carece de tratamientos avanzados para esta enfermedad.
El bloqueo contra la asistencia médica
El sistema de salud gazatí, prácticamente en ruinas, enfrenta enormes obstáculos para responder a este brote. Los bombardeos israelíes contra hospitales y el bloqueo que limita la entrada de asistencia humanitaria y suministros médicos han reducido la capacidad de los centros de atención.
La ausencia de fármacos, unidades de cuidados intensivos suficientes y acceso a equipos especializados vuelve casi imposible brindar un tratamiento completo a pacientes como Waleed y decenas de afectados más.
Aunque el síndrome de Guillain-Barré no tiene cura definitiva, existen tratamientos y terapias que pueden reducir la duración de los síntomas y evitar complicaciones graves. Ante la falta de recursos, equipos entrenados con el apoyo de la OMS han tomado el relevo en la atención de estos casos y otras enfermedades infecciosas.
El Equipo de Respuesta Rápida, conformado por profesionales locales y apoyado por la OMS, recopila información de cada infectado, realiza entrevistas a médicos y familiares y toma muestras biológicas duplicadas que se envían para análisis en laboratorios de referencia internacional. Este proceso es clave para monitorear la extensión de la enfermedad y prevenir nuevos brotes.
La amenaza de otras epidemias
El SGB es solo uno de los múltiples riesgos sanitarios que afectan hoy a Gaza. Según Oxfam Intermón, enfermedades vinculadas al consumo de agua contaminada, como el cólera y la gastroenteritis, han aumentado un 150% entre mayo y julio en la Franja.
Lo alarmante es que muchas de estas dolencias son fácilmente tratables y prevenibles en condiciones normales, pero la falta de antibióticos, de agua potable y de infraestructura médica está convirtiéndolas en causas de muerte recurrentes.
Un panorama de emergencia internacional
La situación en Gaza pone de relieve cómo la salud pública se convierte en una víctima más del conflicto armado. El brote de síndrome de Guillain-Barré, unido a la propagación de otras epidemias, muestra el impacto combinado de la guerra, el colapso sanitario y el bloqueo humanitario.
La OMS y otras organizaciones internacionales han instado a garantizar corredores seguros para la entrada de ayuda médica y suministros básicos. Sin medidas urgentes, temen que la combinación de enfermedades infecciosas, hambre y falta de atención sanitaria cobre muchas más vidas en los próximos meses.
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