Cómo el estrés térmico afectará al mundo y a España en las próximas décadas

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12/10/2025 - 11:00
Consecuencias futuras del estrés térmico

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El aumento de las temperaturas ya no es solo un problema ambiental: también se ha convertido en un desafío directo para la salud pública. Cada vez más médicos y científicos advierten que el estrés térmico (la dificultad del cuerpo para regular su temperatura en condiciones extremas) es uno de los factores más mortales relacionados con el clima.

En las últimas cuatro décadas, los episodios de estrés térmico severo se han duplicado, y la tendencia parece imparable según los estudios más recientes. El investigador Colin Raymond, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, lideró una investigación publicada en Science Advances en 2020 que confirma el preocupante rumbo que está tomando este fenómeno.

¿Cómo se mide el calor que sentimos realmente? Así conocemos el nivel de estrés térmico

Todos hemos experimentado días en los que el calor se siente mucho más sofocante de lo que marca el termómetro. Esto se explica por el índice de calor, una medida que combina la temperatura del aire y la humedad relativa para reflejar cómo percibimos el clima en nuestro cuerpo.

El índice de calor se usa habitualmente en previsiones meteorológicas, pero tiene un límite importante: depende de calibraciones específicas y varía según el país, lo que lo convierte en un indicador relativamente subjetivo.

Por eso, la comunidad científica recurre cada vez más a una medición más precisa conocida como temperatura de bulbo húmedo.

La temperatura de bulbo húmedo: indicador clave del riesgo para la vida

La temperatura de bulbo húmedo marca la mínima temperatura a la que un objeto puede enfriarse gracias a la evaporación. En términos prácticos, refleja qué tan eficiente es nuestro cuerpo para refrescarse a través del sudor cuando la humedad y el calor se combinan.

Para calcularla, en el pasado se envolvía un termómetro con un paño húmedo y se dejaba al aire libre. Hoy se obtienen registros más precisos gracias a instrumentos electrónicos situados en estaciones meteorológicas.

Pero más allá de la técnica, lo importante es el límite fisiológico humano. Según Raymond, si una persona está expuesta al aire libre durante varias horas, el organismo no puede sobrevivir a una temperatura de bulbo húmedo superior a los 35 °C. Y esa barrera ya ha comenzado a superarse en algunas zonas del planeta.

Lugares del mundo donde ya se ha alcanzado el límite vital y los más vulnerables

Desde 2005, en países con climas subtropicales como Pakistán y diferentes regiones del Golfo Pérsico, se han registrado en nueve ocasiones valores de temperatura de bulbo húmedo que sobrepasan los 35 °C, aunque solo por períodos cortos.

Más preocupante aún, es que las veces en que se alcanzan valores de entre 32 y 35 °C (muy peligrosos aunque ligeramente por debajo del umbral mortal) se han triplicado en los últimos 40 años. El planeta, según los estudios, está entrando en un escenario donde estos riesgos de estrés térmico serán cada vez menos excepcionales y más habituales.

Predecir con exactitud cuándo y dónde superaremos el umbral crítico de 35 °C de bulbo húmedo a gran escala es complicado. Sin embargo, los modelos climáticos marcan plazos y zonas especialmente amenazadas.

  • 2050: regiones del sur de Asia, el Golfo Pérsico y la zona del mar Rojo podrían experimentar estas condiciones mortales.
  • 2070: se sumarían el este de China, áreas del sudeste asiático y partes de Brasil.
  • Estados Unidos tampoco quedará al margen; estados del Medio Oeste como Arkansas, Missouri e Iowa tienen altas probabilidades de alcanzar esos valores dentro de unos 50 años.

España: un escenario menos extremo, pero preocupante

Aunque la península ibérica no alcanzaría el nivel de riesgo de las regiones más húmedas del planeta, sí enfrentará un aumento notable de episodios extremos. Según las previsiones, hacia 2050 algunas zonas de Madrid, la Comunidad Valenciana y Andalucía podrían sufrir más de tres meses al año con temperaturas superiores a 35 °C.

Esto significa que, aunque la humedad no favorezca valores extremos de bulbo húmedo como los del Golfo Pérsico, el calor intenso y prolongado que desembocará en estrés térmico tendrá un fuerte impacto en la salud, la productividad laboral y la calidad de vida.

Un desafío global que exige respuestas urgentes

Los datos son claros: el estrés térmico no es solo una incomodidad, sino una amenaza real para la supervivencia en determinadas condiciones. Lo que hace apenas unas décadas parecía un escenario lejano, hoy ya es una realidad en lugares concretos y pronto podría extenderse a gran parte del mundo.

La magnitud del problema dependerá de dos factores: la capacidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la preparación de las ciudades para adaptarse a un futuro de veranos cada vez más extremos.

La ciencia ya lanzó la advertencia. Ahora la pregunta es: ¿estaremos preparados para enfrentar el calor que viene y al estrés térmico al que quedaremos sometidos?

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