¿Corremos el riesgo de enfrentarnos a una nueva pandemia?

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21/05/2022 - 08:00
Un sanitario cabizbajo camina hacia el hospital con un traje EPI

Lectura fácil

A principios de 2020 todos los medios de comunicación se llenaban de noticias sobre una nueva pandemia, la del Covid-19. Una enfermedad que traspasó fronteras sin miramientos y alcanzó todos los rincones del planeta, llegado a infectar a más de 520 mil millones de personas en todo el mundo hasta la fecha. Una de las mayores catástrofes sanitarias a la que nos hemos enfrentado como humanidad en el último siglo.

Sin embargo, no es la primera vez que los seres humanos se enfrentan a una situación similar, ejemplos como las pandemias de peste y cólera o la Gripe Española, son los más reconocidos por su alcance global y devastador. Entra dentro del ciclo propio de la naturaleza que nos enfrentemos a nuevas enfermedades, pero, ¿es posible que existan riesgos que aceleren la aparición de una nueva pandemia? La respuesta es sí.

Es posible que nos enfrentemos a una nueva pandemia

Existen varios factores que hacen pensar que la humanidad se verá avocada a vivir una nueva pandemia y que es posible que esa no tarde tanto en suceder como la reciente con respecto a las anteriores. Uno de los que más preocupan es el cambio climático, pero hay otros.

Cambio climático

El cambio climático se produce por un conjunto de elementos que desequilibran y desestabilizan los ecosistemas. La degradación de los suelos, la deforestación, el aumento de las temperaturas y la contaminación de las aguas, hacen que muchas especies se vean en riesgo, incluida la nuestra. Por eso se considera como uno de los principales riesgos para generar una nueva pandemia.

El hecho de acabar con los ecosistemas de las diferentes especies que habitan la tierra, hace que se produzcan cambios en los procesos migratorios de los animales, o que vayan en busca de nuevos entornos donde encontrar cobijo y alimento. Esto a su vez, podría llegar a ocasionar la interacción de cientos de especies distintas aumentando el riesgo de contagios entre ellas. Un estudio presentado en la revista 'Nature' calculó que para 2070 la transmisión de virus entre especies aumentaría unas 4.000 veces.

Aunque los animales no son los únicos que suponen un riesgo, también lo son los insectos, que ven alargada su vida en climas más cálidos. ¿Recordabas haber visto mosquitos entrados en el mes de octubre? esto esta causado principalmente por el aumento de la temperatura global. Insectos como los mosquitos son portadores de virus como el zika o el dengue, cuya población aumenta con temperaturas favorables para ello.

Urbanización en aumento de los espacios naturales

A priori, el contagio entre especies animales podría parecer algo ajeno al ser humano, pero no lo es. Debido a la urbanización descontrolada que va ocupando cada vez más espacios de los ecosistemas animales, poniendo en contacto a las poblaciones humanas con los animales. Esto preocupa especialmente en África y Asia, dos continentes con una población creciente y que debido a sus características geográficas tienen más posibilidades de entrar en contacto con especies silvestres.

Globalización

Pero gracias a la globalización, continentes como el africano o el asiático no se encuentran tan lejos. Ya lo vimos con el caso del Covid-19. Las fronteras cada vez son más cercanas y el intercambio y los movimientos de la población, a pesar de ser muy beneficiosos en otros aspectos, no lo son si hablamos de la expansión de una nueva pandemia.

A esto se le añade la alta densidad de población en las áreas urbanas, principalmente ciudades. Podemos verlo sobre todo en las capitales, donde el precio del suelo no hace más que crecer debido a la demanda, esto significa principalmente que las personas prefieren vivir en capitales, en muchas ocasiones por las oportunidades laborales. Mientras mayor densidad de población hay, más difícil es contralar la expansión de un virus.

Colapso de la sanidad publica

El único arma para luchar contra una nueva pandemia, a parte de frenar el cambio climático y sus consecuencias, pasa por fortalecer la sanidad, especialmente la pública. Sin embargo, durante las últimas décadas y en numerosos países, las inversiones y el apoyo financiero que se ha hecho al sistema se salud pública ha ido en descenso. Esto ha precarizado la infraestructura interna, desde las malas condiciones de los sanitarios, hasta el mantenimiento propio de los edificios. El Covid-19 fue una clara prueba de que la merma de la inversión en sanidad acaba pasando factura.

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