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Vietnam ha incrementado significativamente sus actividades de construcción de islas artificiales en el disputado Mar de China Meridional, centrándose especialmente en el archipiélago de las Islas Spratly, un enclave de 410.000 kilómetros cuadrados reclamado por varias naciones del sudeste asiático.
A través de imágenes satelitales de Maxar, difundidas por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, se pone de manifiesto cómo Vietnam está siguiendo los pasos de China, que ya transformó varias islas artificiales en bases militares a lo largo de la última década.
Las islas artificiales han convertido el archipiélago en codiciado y disputado
Las Spratly, conformadas por centenares de islas y bancos de arena, carecen de población nativa; todos sus habitantes actuales provienen de países que litigan por la soberanía de estas tierras.
La abundancia de recursos como pesca, gas y petróleo, junto con la presencia de depósitos de guano, convierte a este espacio en una joya estratégica y económica. Hasta la fecha, 45 islas artificiales han sido reclamadas y ocupadas por distintas naciones.
Cinco países efectúan ocupaciones físicas: Vietnam los administra como parte de la provincia de Khanh Hoa; China los integra a Hainan; Taiwán los considera parte de la municipalidad de Kaohsiung; Filipinas los engloba en la provincia de Palawan, y Malasia en el estado de Sabah.
ASEAN: Poder económico y trazos de unidad
La región se articula en torno a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), fundada en 1967 y hoy compuesta por diez miembros: Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Se trata de la octava economía mundial y el tercer socio comercial más relevante de la Unión Europea fuera del continente, solo después de Estados Unidos y China. Ello supone un potencial de 640 millones de consumidores, donde la UE desempeña además el rol de tercer socio comercial por volumen tras Estados Unidos y China.
El principal motor económico de la zona sigue siendo la pesca, aunque existen intereses crecientes por las reservas de hidrocarburos. Ya existen yacimientos en explotación, principalmente bajo control malasio, mientras China realiza búsquedas independientes y otros países intentan seguir el mismo camino.
La militarización y construcción de infraestructuras por parte de China ha promovido una dinámica regional en la que otros países, como Vietnam, han intensificado sus propias estrategias de desarrollo de islas.
La estrategia de Vietnam: Crecimiento y tensión
Desde 2021, Vietnam inició un proceso acelerado de construcción y expansión en al menos ocho formaciones antes deshabitadas. Según el CSIS, los puestos avanzados vietnamitas, previamente solo formaciones rocosas o bancos de marea baja, han evolucionado hasta convertirse en islas artificiales en los arrecifes de Alison, Collins, East, Landsdowne y Petley.
Además, Vietnam ha expandido áreas como Amboyna Cay, Grierson Reef y West Reef, donde ya existía infraestructura previa. Estas transformaciones suponen que el país asiático ha creado en las Spratly aproximadamente el 70 % de la superficie de tierra artificial producida por China hasta marzo pasado, cifra que podría igualar e incluso superar a la de Pekín si el ritmo se mantiene.
La multiplicidad de reclamaciones sobre las Spratly convierte al archipiélago en el epicentro de las tensiones del Mar de China Meridional. Mientras Pekín reivindica la casi totalidad del área, otros miembros de la Asean, principalmente Filipinas, Malasia, Brunéi y Vietnam, mantienen posiciones enérgicas pero evitan la confrontación directa, prefiriendo el simbolismo territorial de las islas artificiales a la movilización de activos militares pesados.
Las nuevas islas vietnamitas, en este sentido, actúan como baluartes estratégicos, pero también como herramientas políticas que refuerzan los derechos de soberanía nacional sin necesariamente escalar la hostilidad.
El reto de la unidad regional
Expertos en relaciones internacionales, como Minh Son To de la Universidad Nacional de Australia, señalan que la estrategia vietnamita es esencialmente territorial y no pretende poner en peligro la estabilidad interna de la Asean. A lo largo de décadas, distintos países del grupo han desarrollado sus propias agendas en la zona (construcción de infraestructuras, militarización e incluso desarrollo de instalaciones turísticas) sin que ello afecte gravemente la cohesión regional.
El verdadero foco de preocupación sigue siendo la presencia y ambición de China. Aun cuando la actividad de Vietnam podría complicar el discurso colectivo de la Asean, difícilmente resultará en fracturas irreparables dentro del bloque.
De hecho, la colaboración entre países como Vietnam y Filipinas podría fortalecer sus posiciones y permitir una gestión más eficaz ante incidentes con terceros, centralizando la atención en las acciones chinas.
Para los observadores como Minh Son To, negociar con los intereses vietnamitas es, en última instancia, una apuesta mucho menos complicada que lidiar con la determinación de Pekín.
Perspectivas a futuro
El incremento de islas artificiales por parte de Vietnam marca un nuevo capítulo en la geopolítica del Mar de China Meridional. Aunque la escalada de infraestructuras multiplica los riesgos de tensión regional, también promueve estrategias colaborativas entre países miembros de la Asean y refuerza la determinación de los Estados por defender sus intereses nacionales sin renunciar a la estabilidad del sudeste asiático.
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