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La lucha contra la violencia de género en España ha entrado en una nueva dimensión, una que va más allá de la respuesta reactiva y se adentra en el terreno de la predicción y la prevención activa. Durante años, la tecnología visible de esta batalla ha sido el dispositivo telemático de seguimiento, la conocida "pulsera" que alerta a la policía si un agresor viola una orden de alejamiento. Siendo una herramienta vital, su función es esencialmente defensiva: reaccionar ante un peligro inminente. Sin embargo, la verdadera revolución se está gestando silenciosamente en los servidores de los cuerpos de seguridad, donde la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data se han convertido en los aliados más potentes para proteger a las víctimas antes de haya una agresiones y sea demasiado tarde.
El epicentro de esta transformación es el Sistema VioGén, un cerebro digital pionero en Europa gestionado por el Ministerio del Interior. Este sistema no es solo una base de datos; es un ecosistema de información compartida entre la Policía Nacional, la Guardia Civil, las policías autonómicas y locales, así como instituciones penitenciarias y órganos judiciales. Su objetivo es doble: centralizar cada detalle de un caso y, lo que es más importante, utilizar esa información para predecir el nivel de riesgo de cada víctima y asignar los recursos policiales de la manera más eficiente posible.
VioGén: el algoritmo que evalúa el riesgo
Cuando una mujer interpone una denuncia por violencia de género, se activa un protocolo que es la base de todo el sistema. El agente que la atiende no solo recoge su testimonio, sino que completa un detallado formulario de Valoración Policial del Riesgo (VPR). Este cuestionario, compuesto por decenas de preguntas, analiza factores cruciales que la experiencia policial y la criminología han identificado como indicadores de peligro. Las preguntas van desde el historial delictivo del agresor, su posible abuso de sustancias o problemas de salud mental, hasta la existencia de amenazas explícitas, el nivel de celos o control que ejerce, o si la víctima ha decidido poner fin a la relación recientemente, un momento estadísticamente crítico.
Aquí es donde entra en juego la IA. El algoritmo de VioGén procesa en segundos las respuestas a este formulario, las cruza con la información ya existente en el sistema y emite una valoración objetiva del riesgo, clasificándolo en cinco niveles: no apreciado, bajo, medio, alto o extremo. Esta clasificación no es una mera etiqueta; es una orden de actuación. A cada nivel de riesgo le corresponde un Plan de Seguridad Personalizado ante agresiones, que detalla las medidas de protección específicas que la policía debe implementar, desde contactos telefónicos periódicos en los niveles bajos hasta vigilancia constante y contravigilancia en los casos de riesgo extremo.
El poder predictivo va de la intuición a los patrones ocultos
La primera versión de VioGén ya supuso un salto cualitativo, al estandarizar y objetivar la evaluación del riesgo, complementando la valiosa intuición policial con un método científico. Pero la verdadera potencia del sistema se está desatando ahora, gracias al Big Data y a los modelos de aprendizaje automático (machine learning). El sistema se alimenta de los datos anonimizados de cientos de miles de casos registrados a lo largo de los años. Al analizar este volumen masivo de información, la IA puede identificar patrones ocultos y correlaciones de riesgo que serían imposibles de detectar para un ser humano antes de que se produzcan agresiones.
Un experto en análisis de datos de las fuerzas de seguridad lo explica así: "No se trata de una bola de cristal, sino de probabilidad estadística. La IA puede descubrir que la combinación de tres factores aparentemente menores —por ejemplo, una denuncia previa por daños a la propiedad, el inicio de un proceso de divorcio y que el agresor haya perdido su empleo en los últimos dos meses— eleva la probabilidad de agresiones graves en un porcentaje muy alto. Esa es una alerta que nos permite adelantarnos". De este modo, la IA potencia la labor del agente, no la reemplaza, ofreciéndole una capa extra de análisis para tomar decisiones más informadas.
Desafíos éticos y la próxima generación de protección ante agresiones
La implementación de una tecnología tan poderosa no está exenta de desafíos. El principal es la calidad del dato. El sistema es tan bueno como la información que se introduce en él, por lo que la formación continua de los agentes para que los informes sean exhaustivos y precisos es fundamental. Otro reto es el sesgo algorítmico. Es crucial auditar constantemente los algoritmos para asegurar que no desarrollan sesgos basados en factores como el origen o el código postal, garantizando un trato equitativo para todas las víctimas.
El futuro de la lucha contra la violencia de género en España pasa por la evolución de estas herramientas. Empresas tecnológicas como Indra, que colabora en el desarrollo de VioGén, ya trabajan en la próxima generación. Se explora la integración de nuevas variables, como datos de servicios sociales o sanitarios, para obtener una visión de 360 grados del entorno de la víctima. El objetivo final es crear un "escudo digital" dinámico, que no solo evalúe el riesgo en el momento de la denuncia, sino que lo recalcule en tiempo real en función de nuevos eventos, como la salida de prisión del agresor o la violación de una medida cautelar.
La tecnología no es una panacea, pero sí un aliado indispensable. Mientras las pulseras de seguimiento protegen el presente inmediato de una víctima contra agresiones de cualquier tipo, la Inteligencia Artificial y el Big Data trabajan para asegurar su futuro, intentando predecir el siguiente golpe para que nunca llegue a producirse.
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