El agua y su gestión, elementos clave contra el cambio climático

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
05/01/2021 - 10:07
El Mar Menor, en la zona de Los Urrutias, en una foto reciente. / ANTONIO GIL / AGM

Lectura fácil

Más de 110 países se han comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono de aquí a 2050 ante la emergencia de frenar el cambio climático. Sin embargo, el clima no solo nos obliga a actuar de forma conjunta y urgente, sino que también nos exige que consideremos cuidadosamente cómo puede contribuir la gestión del agua a abordar la doble crisis del clima y la naturaleza, y a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En concreto, el deterioro de los recursos hídricos mundiales pone en peligro la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 6 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Se trata de un reto muy considerable, ya que en el mundo hay actualmente 2.200 millones de personas privadas de acceso al agua potable y otros 4.200 millones que carecen de sistemas de saneamiento seguros. 

El cambio climático influye negativamente en la cantidad y calidad del agua disponible a nivel mundial 

En todo el mundo venimos observando la manera en que el cambio climático afecta a los recursos hídricos y cómo pone en peligro las necesidades básicas y los derechos humanos al agua y la higiene.

En el último Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, se hace un llamamiento a todos los Estados.

El consumo hídrico en el mundo se ha sextuplicado en los últimos 100 años y, hoy en día, sigue creciendo a un ritmo anual del 1 %. El cambio climático y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y temporales, van a agravar la situación de los países que ya padecen “estrés hídrico” y también la de las regiones del mundo que hasta ahora están bien abastecidas.

4.000 millones de personas sufren escasez severa de agua al menos un mes al año

Cuando se produce una catástrofe como las mencionadas anteriormente, a menudo su agente es el agua y son cada vez más frecuentes e intensas, lo cual supone una amenaza no solo para las vidas humanas, sino también para ecosistemas vitales y para nuestros avances en el desarrollo económico y social.

La pandemia de la Covid-19 ha puesto aún más de manifiesto las profundas desigualdades y fragilidades de las sociedades, en su acceso al recurso hídrico. A pesar de que el lavado de manos sigue siendo una de las líneas defensivas fundamentales contra la propagación de la enfermedad, 3.000 millones de personas no disponen de medios para hacerlo en sus hogares. Además, uno de cada cuatro centros médicos carece de suministro básico.

Aparte, el aumento de la temperatura y la disminución del oxígeno disuelto en ella van a mermar la capacidad autodepuradora de las cuencas dulces y así se verá afectada la calidad de los recursos hídricos. Van a aumentar, por lo tanto, los riesgos de contaminación, algo negativo para la producción de alimentos, la salud física y mental de las personas debido a las enfermedades, daños corporales, pérdidas materiales y desplazamientos forzosos de poblaciones que se producirán.

La mayoría de los países son conscientes de los riesgos y la importancia de desarrollar su capacidad de adaptación

De los 137 países que la incluyeron en sus compromisos climáticos nacionales de 2015 (Nationally Determined Contributions, o NDC) en el marco del Acuerdo de París, la mayor parte concedió prioridad al fluido protagonista de esta nota como área para la aplicación de medidas adaptativas.

Sin embargo, un aspecto que a menudo se ha pasado por alto es el papel del líquido como elemento básico de las medidas de reducción de emisiones propuestas por los países. Las soluciones basadas en la naturaleza, como las infraestructuras ecológicas, pueden impulsar la captación de carbono y reponer los recursos hídricos.

El tratamiento de los drenajes contribuye a acentuar el cambio climático porque genera entre un 3 % y un 7 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Una gestión óptima de los recursos hídricos implica, por lo tanto, invertir en el uso de técnicas modernas de tratamiento de las aguas residuales que pueden extraer el metano de la materia orgánica a fin de obtener biogás utilizable para producir energía eléctrica.

Añadir nuevo comentario