La OMS marca como peligrosos los niveles de contaminación del aire seguidos hasta hoy

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24/09/2021 - 08:47
Contaminación atmosférica en la ciudad india de Delhi este marzo.

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La Organización Mundial de la Salud ha actualizado los umbrales de calidad del aire por primera vez en 15 años, fijando como peligrosos niveles de contaminación atmosférica que eran considerados seguros hasta ahora.

El daño que la contaminación del aire inflige a la salud humana se produce en concentraciones aún más bajas de lo que se suponía hasta hoy. Por ello la OMS propone reducir mucho más los niveles de los principales contaminantes.

La última vez que la OMS lanzó estas recomendaciones fue en 2005. Y, como apuntan, desde entonces hay muchas más pruebas de sus peligrosas consecuencias. De aplicarse, insisten, se salvarían millones de vidas. Según sus cálculos, podría evitarse casi el 80 % de las muertes relacionadas con las llamadas PM₂,₅.

Cada año mueren siete millones de personas de forma prematura por contaminación del aire. ¿Qué enfermedades provoca? Diabetes y enfermedades neurodegenerativas. Y en los casos más graves, cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares.

Las nuevas guías de calidad del aire de la OMS se incumplen en la totalidad de las ciudades españolas

Las nuevas directrices son mucho más estrictas, lo que demuestra el impacto extremo que tiene la contaminación atmosférica en la salud, incluso a niveles bajos.

Así, la concentración anual recomendada de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante tóxico cuya principal fuente en las ciudades es el tráfico motorizado, ha pasado de 40 a 10 µg/m3 (microgramos por metro cúbico). Por su parte, la guía anual para las partículas inferiores a 2,5 micras (PM2,5) –las más dañinas para la salud–  baja de 10 a 5 µg/m3, cuando la normativa permite 20 µg/m3.

Muchas ciudades han avanzado en la reducción de la contaminación por NO2 y PM2,5 en los últimos años. Sin embargo, los datos muestran que todas las ciudades españolas superan actualmente las nuevas guías de calidad del aire establecidas por la OMS, pese a la fuerte caída de sus niveles en 2020 por efecto de las medidas de lucha contra la Covid-19.

De esta forma, y tomando como referencia el último año sin confinamientos (2019), los niveles de contaminación del aire en Barcelona, Granada y Madrid cuadruplicaron la nueva guía anual de la OMS, superando el actual valor límite legal que coincide con la anterior recomendación.

La importante reducción de los niveles de contaminación del aire que la OMS considera como malsanos debería ser un acicate para los diferentes gobiernos

De cara a avanzar todo lo posible en la mejora de la calidad del aire se debe tener como meta estos objetivos y no los límites legales que marca la normativa, que no siempre garantizan la protección de la salud.

La crisis de la Covid-19 ha demostrado que la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación del aire en las ciudades. Por ello, si los ayuntamientos quieren proteger la salud de su ciudadanía deberán implantar de forma rápida y ambiciosa las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) a las que les obliga antes de 2023 la Ley de Cambio Climático, reduciendo de forma drástica el tráfico urbano.

Lo contrario de lo que hacen ciudades como Madrid, que ha degradado su única y mínima ZBE, antes conocida como Madrid Central, así como la ciudad de Barcelona, cuya ZBE ha impulsado la renovación de vehículos sin efecto en la reducción de los niveles de NO2.

El aire limpio debería ser un derecho humano fundamental

Además de una condición necesaria para que las sociedades estén sanas y sean productivas. Sin embargo, a pesar de algunas mejoras en la calidad del aire en los últimos tres decenios, millones de personas siguen muriendo prematuramente. Lo que afecta a menudo a las poblaciones más vulnerables y marginadas.

Las evaluaciones mundiales de la contaminación del aire sugieren que la carga de morbilidad correspondiente se registra sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. El problema es de tal magnitud que afectaba a más del 90 % de la población mundial en 2019.

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