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Un reciente hallazgo científico liderado por el profesor Ali Abbas, investigador de la Universidad de Sídney, podría marcar un antes y un después en la lucha contra la contaminación plástica. Su equipo ha identificado una nueva especie de hongo marino capaz de degradar el polipropileno (PP5), uno de los plásticos más difíciles de reciclar y que, sin embargo, está omnipresente en objetos cotidianos como tapas de botellas, envases alimentarios, perchas, jeringas y electrodomésticos.
Este avance se produce en un contexto donde la preocupación global por la contaminación por plásticos sigue creciendo. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada año se generan más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo, de las cuales menos del 10 % se reciclan. El resto termina en vertederos, incineradoras o, peor aún, en ecosistemas naturales.
Prometedoras pruebas de laboratorio con el hongo marino
El equipo del profesor Abbas no es ajeno al estudio de hongos descomponedores de plásticos. En 2023 ya habían logrado que cepas terrestres degradaran el polipropileno hasta en un 21 % en 30 días, un hito significativo en su momento. Pero los primeros resultados con el nuevo hongo marino van aún más allá. “Este organismo está mostrando un potencial incluso mayor que el de las cepas terrestres que descubrimos el año pasado”, explicó Abbas en declaraciones recogidas por medios australianos.
En condiciones de laboratorio, el hongo marino ha logrado degradar hasta un 27 % del polipropileno en solo 90 días, una cifra sin precedentes para este tipo de material. Cabe destacar que el polipropileno, aunque reciclable en teoría, presenta una estructura química especialmente resistente que lo hace muy difícil de descomponer por métodos convencionales.
Cómo funciona el proceso de descomposición
El proceso desarrollado por el equipo de la Universidad de Sídney se basa en una preparación del plástico antes de ser expuesto al hongo marino. Primero, los residuos de polipropileno se someten a tratamientos con luz ultravioleta o calor, lo que imita el envejecimiento natural del material. Esta etapa inicial debilita las cadenas moleculares del polímero.
Luego, los fragmentos son introducidos en una solución líquida que contiene las esporas del hongo marino. A partir de aquí, comienza la acción de las enzimas fúngicas, que atacan las largas cadenas de polímeros, iniciando su degradación en moléculas más simples. “Los hongos producen enzimas que descomponen naturalmente materiales como el plástico. Solo necesitamos darles las condiciones adecuadas”, señaló Abbas.
Uno de los beneficios clave de este proceso es que opera a bajas temperaturas, lo cual implica un menor consumo energético respecto a otros métodos térmicos o químicos usados en la industria. Esto hace que sea un sistema más sostenible y con menor huella de carbono, una característica esencial para una aplicación futura a escala industrial.
El desafío del polipropileno en cifras
El polipropileno representa alrededor del 20 % de los envases utilizados en Australia, pero menos del 8 % de ellos se reciclan, según la Australian Packaging Covenant Organisation (APCO). Esto se debe, en gran parte, a la complejidad de su composición química y al hecho de que suele estar contaminado con restos de alimentos o mezclado con otros materiales, lo que complica su procesamiento.
A nivel mundial, la situación no es mejor. La Fundación Ellen MacArthur advierte que solo el 2 % de los plásticos se reciclan de forma “circular”, es decir, manteniendo una calidad similar a la del material original. La mayoría se recicla en formas de menor calidad o no se recicla en absoluto.
A pesar del entusiasmo que ha generado el descubrimiento del hongo marino, el profesor Abbas advierte que no se trata de una “solución mágica” al problema del plástico. “Este avance es solo una parte del conjunto de medidas necesarias. La prioridad debe ser reducir la producción de residuos plásticos y avanzar hacia una economía circular”, afirmó.
El objetivo a corto y medio plazo del equipo es optimizar el proceso biológico y establecer alianzas con empresas del sector de reciclaje y gestión de residuos. Si los ensayos continúan con éxito y se desarrollan sistemas escalables, se espera contar con una solución comercial viable en los próximos años.
Un paso hacia un futuro más limpio
Aunque aún quedan desafíos técnicos y regulatorios por delante, el hallazgo del hongo marino representa una esperanza real en el desarrollo de tecnologías más ecológicas y eficientes para combatir la contaminación plástica. Iniciativas como esta muestran que la ciencia puede ser una aliada crucial para diseñar un futuro donde los plásticos, especialmente los más difíciles de tratar, no terminen destruyendo nuestros ecosistemas.
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